Categorías: Economía
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19 octubre, 2024 11:06 pm

¿Mayor competencia implica una mayor competitividad?

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Para abordar el notable descenso en Europa, la nueva Comisión Europea pretende implementar una estrategia industrial particular, resguardándose de la competencia global y fomentando la innovación. La presidenta Von der Leyen ha propuesto una reforma en la política de competencia, con el objetivo de permitir que las empresas europeas sean competitivas en el ámbito internacional.

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Históricamente, la política de competencia en Europa ha perseguido un propósito definido: proteger al consumidor, garantizando que las fusiones, los acuerdos entre competidores y las acciones de las empresas líderes no disminuyan la competencia ni incrementen los precios. Sin embargo, surge la pregunta: ¿tendrá la comisión la intención de flexibilizar esta política? En caso de ser así, ¿realmente se verá beneficiada la competitividad de las empresas europeas o simplemente se potenciarán los márgenes, perjudicando en última instancia a los consumidores? Aquellos que defienden mantener las normas actuales argumentan que la manera más efectiva para que las empresas sean competitivas a nivel mundial es que enfrenten una competencia intensa en el mercado local; su lema podría ser que la competencia mejora el estado de las empresas.

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Por otro lado, quienes apoyan una política más laxa sostienen que la competitividad internacional exige empresas de mayor tamaño y mejores márgenes, lo que a largo plazo beneficiaría a los consumidores, al facilitar la participación de las empresas locales en el mercado global. Es fundamental que la protección de la competencia se enfoque en evitar que las empresas dominantes usen su influencia para obstaculizar la entrada de nuevos competidores. Aunque estas dos perspectivas parecen contrapuestas, al ahondar en la realidad del mercado, pueden no ser tan distantes. Por ejemplo, en sectores más tradicionales como el de las bebidas gaseosas o el acero, es completamente posible identificar el mercado específico en el que las empresas compiten, evaluar el impacto de una fusión en términos de costos y precios, así como analizar los comportamientos abusivos de las empresas líderes.

Existen áreas donde las normativas tradicionales de protección a la competencia funcionan adecuadamente y no es recomendable modificarlas. Solo se requieren ajustes en la política de competencia en sectores más innovadores. En estos ámbitos, las compañías no solo compiten en un mercado bien definido, sino que, en realidad, están luchando por establecer y controlar el mercado mismo. El ámbito de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones es un claro ejemplo de esto. Este sector se redefine constantemente, por lo que es imprescindible que las normas de protección de la competencia se adapten. Las grandes plataformas tecnológicas han alcanzado niveles de control significativos gracias a la innovación, donde el triunfador suele llevarse la mayor parte. La defensa de la competencia debe enfocarse en prevenir que las empresas en posición dominante utilicen su influencia para obstaculizar la entrada de nuevas firmas que, mediante innovaciones tecnológicas, amenacen su control. Esta es la fundamental contienda empresarial que se desarrolla en el ámbito de la inteligencia artificial.

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