¿La tan temida reacción de Israel frente al ataque de Irán dará lugar a una nueva crisis económica global o solo se verá como un simple tropiezo? El mandatario estadounidense, Joe Biden, tiene una opinión definida al respecto: “No pienso que se desate una guerra total.
Creo que podremos evitarlo”, expresó ante los reporteros en la Casa Blanca. Hasta ahora, los mercados parecen confiar en su análisis. Las bolsas se mantienen alerta mientras aumenta la ansiedad en el Medio Oriente, en medio de una ráfaga de misiles que impacta en Líbano y Gaza.
Mirando hacia el futuro
Luego de que se reactivara la economía gracias a la significativa reducción de las tasas de interés tras la pandemia, surge ahora la posibilidad de un nuevo evento inesperado: un conflicto bélico extenso en Oriente Medio.
Si se decidiera bombardear los pozos de petróleo en Irán, podríamos enfrentarnos a otro cataclismo en el mercado petrolero, ya que los líderes religiosos de ese país poseen alrededor de un tercio de las reservas del mundo. La preocupación por la inflación comienza a hacer eco en Occidente, lo que podría interrumpir de manera abrupta la reducción de las tasas de interés; esto es crucial para mitigar el riesgo de una recesión en Estados Unidos y Europa, y para que China logre alcanzar el crecimiento superior al 5% que sus autoridades estiman. Si los peores escenarios se materializan, podríamos ver un nuevo cisne negro, un evento inesperado que arruinaría todas las proyecciones actuales. Este fenómeno sería el cuarto registrado desde el inicio del siglo. El primero ocurrió en 2008, cuando la crisis de las hipotecas subprime amenazó con desestabilizar el sistema financiero global, marcando la mayor recesión desde el colapso del 29. Se llegó a pensar que podía poner fin al sistema capitalista. En España, esto llevó a la caída del Gobierno de Rodríguez Zapatero, quien no pudo manejar la crisis, lo que resultó en el mayor ajuste social en la democracia. Fue necesario que un Gobierno conservador, liderado por Mariano Rajoy, implementara medidas de austeridad dictadas por la UE para evitar un colapso financiero. Se logró evitar el default gracias al apoyo del BCE, que rescató nuestro sistema financiero, en particular a las cajas de ahorros, con un préstamo de 100.000 millones de euros.
El segundo cisne negro emergió 12 años más tarde, a causa de la devastadora recesión originada por la pandemia de covid. A nivel global, se vivió un severo confinamiento, la actividad económica se detuvo y 29 millones de vidas se perdieron, de las cuales alrededor de 150.000 correspondieron a España. Tras tres largos años de intenso sufrimiento y con la economía en crisis, finalmente logramos recuperar el rumbo. Al igual que otras naciones, España adquirió una enorme deuda. Antes de que el mundo pudiera recuperarse, se presentó un tercer cisne negro: la invasión de Ucrania por parte de Rusia el 24 de febrero de 2022. Esto generó decenas de miles de víctimas y lo que parecía que iba a ser una guerra económica a gran escala. A raíz de esto, la inflación alcanzó niveles impensables. Para contenerla, se implementó un aumento drástico en las tasas de interés, con el objetivo de desacelerar el gasto y la inversión. El crecimiento que había surgido gracias a la revolución digital y a la inteligencia artificial (IA) se vio de nuevo interrumpido. Y ahora, cuando se estaba reactivando el crecimiento tras una significativa reducción en los costos del financiamiento, surge el peligro de un nuevo cisne negro: un conflicto total en Oriente Medio. No obstante, las principales potencias están ejerciendo presión sobre Israel para que evite el ataque a Irán. Hay mucho en juego. Lo mismo sucede con el régimen de los ayatolás, que ha limitado sus agresiones al Estado judío para no afectar a sus aliados. Todo indica que estamos ante un simple paréntesis y que cada día que pasa nos acerca más al final de los conflictos en Gaza y Ucrania. A pesar de ello, la revolución digital continúa su avance.