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Explorando la energía nuclear para la inteligencia artificial

El 5 de marzo de 1979 se lanzaba la película «El síndrome de China», protagonizada por Jane Fonda, Michael Douglas y Jack Lemmon. En esta obra, Fonda y Douglas daban vida a dos periodistas televisivos que, por casualidad, se convertían en testigos de un grave incidente de seguridad en una planta de energía nuclear, el cual sería encubierto por las autoridades responsables.

La cinta recibió duras críticas por parte de la industria nuclear estadounidense de aquel entonces, que la calificó como «pura ficción» y acusó de un «ataque a una industria entera». Solo días después, el 28 de marzo, un reactor en la planta de Three Mile Island, ubicada en Pennsylvania, experimentó una fusión parcial que liberó gases radiactivos en una zona habitada por unas 25,000 personas.

Este evento se considera el accidente nuclear más grave en la historia de EE.UU. Aunque las indagaciones no lograron probar un aumento en los casos de cáncer en la región, sí generaron una notable conciencia sobre los peligros asociados a esta energía y llevaron a una pausa prolongada en la construcción de nuevas instalaciones. Fonda se sumó a la lucha contra la energía nuclear en ese contexto.

Décadas más tarde, después de incidentes aún más severos en Chernobyl y Fukushima, la energía nuclear vuelve a ser objeto de discusión, ahora vinculada a la inteligencia artificial. En este nuevo escenario, se reactiva el debate en torno a la planta de Three Mile Island. Gigantes tecnológicos de EE.UU. están destinando miles de millones a la energía nuclear, considerándola como una fuente de electricidad sostenible que puede satisfacer la creciente demanda de la inteligencia artificial. Recientemente, Microsoft, Google y Amazon han anunciado acuerdos con operadores de instalaciones nucleares y desarrolladores de nuevos sistemas, con la intención de proveer electricidad a un sector en expansión que requiere energías mucho más intensivas que otras ramas tecnológicas, como redes sociales, búsquedas en línea o streaming de videos.

Microsoft ha establecido un pacto con Constellation Energy, que posee la planta de Three Miles Island, para reactivar la instalación que sufrió un grave incidente en 1979. Este movimiento se destaca entre otros, ya que el gigante tecnológico ha llegado a un acuerdo con el actual dueño de la planta. Después de haber estado en gran parte inactiva durante años y cerrarse en 2019, la central ahora renace gracias a la implicación de Microsoft. Constellation Energy destinará 1.600 millones de dólares para restaurar la instalación, con el fin de generar electricidad para centros de datos que impulsarán la inteligencia artificial.

Es sorprendente, pero este progreso tiene lugar en Estados Unidos, un país en el que la energía nuclear representa aproximadamente el 20% de la producción eléctrica y cuenta con 94 reactores en funcionamiento, el mayor número a nivel mundial. Mientras tanto, la Administración Biden, a la espera de las elecciones, sigue considerando la energía nuclear como clave para alcanzar sus metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Recientemente, el presidente Joe Biden promulgó una ley que fue aprobada por el Congreso, destinada a fomentar nuevos proyectos de energía nuclear. El creciente interés de las empresas tecnológicas podría ser un catalizador para esta expansión.

Esta semana, Amazon y Google han revelado su intención de enfocarse en una innovadora forma de generación eléctrica que involucra pequeños reactores modulares (SMR). Este tipo de tecnología, de acuerdo con los especialistas, se presenta como una opción más económica y de construcción más sencilla en comparación con las plantas tradicionales, y podría adecuarse mejor a las demandas de la inteligencia artificial. Amazon planea destinar más de 500 millones de dólares a esta tecnología a través de la empresa emergente X-Energy. Por su parte, Google tiene planes similares, invirtiendo en otra startup llamada Kairos Power, con la meta de tener su primer SMR en funcionamiento para el año 2030. Se estima que el desarrollo de cada uno de estos reactores pequeños alcanzará alrededor de 1.000 millones de dólares, y existe la posibilidad de instalarlos cerca de los centros de datos. Además, Bill Gates, el fundador de Microsoft, ha realizado una inversión personal de 1.000 millones en TerraPower, que colabora con PacifiCorp, una empresa asociada a Warren Buffet, en la creación de SMR.

Hasta ahora, las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos habían concentrado sus recursos en proyectos de energía solar y eólica, luego de comprometerse a operar con energía libre de emisiones a partir del 2030. Sin embargo, aunque estas fuentes no generan contaminación, la intermitencia del viento y la luz solar demandan el soporte de baterías. Ante el auge de la inteligencia artificial, buscan garantizar un suministro abundante de energía limpia, que consideran que solo puede proporcionar la energía nuclear. No obstante, algunos críticos de esta opción advierten que no abordan las dificultades a largo plazo, como el alto costo de los nuevos reactores y el complejo reto del manejo de los desechos nucleares.

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