Categorías: Economía
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18 octubre, 2024 12:10 pm

Las organizaciones que presentan un locus de control más centrado en el interior

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Al igual que Franco Battiato, nosotros poseemos un núcleo de estabilidad que, tal como se menciona en su música, «no altera lo que ahora pienso sobre las cosas y las personas». Además, contamos con un segundo punto, invisible y abstracto, donde confluyen distintos impulsos mentales, conocido como locus de control.

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Este espacio, que aunque no se puede ver, existe en nuestra percepción, nos ayuda a identificar las raíces de nuestras dificultades, o más exactamente, a entender cómo creemos que se originan esos problemas. Julian Rotter, un psicólogo de los años cincuenta, fue quien introdujo este concepto, que incluso tiene aplicaciones en el ámbito empresarial.

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En el ámbito interno, una persona con un locus de control interno siente que las circunstancias de su vida son principalmente consecuencia de sus propias decisiones. Este enfoque puede fomentar una personalidad activa, responsable y efectiva, aunque también puede llevar a una autocrítica severa por los fallos cometidos. Normalmente, es beneficioso contar con un locus de control interno y confiar en nuestra habilidad para dirigir nuestro destino.

Por otro lado, una persona con un locus de control externo percibe que su vida está influenciada por factores externos, creyendo que poco depende de su intervención. Estas personas suelen atribuir gran peso a la suerte y al destino, pueden recurrir a rituales para buscar protección y tienden a ser más propensas a la desmotivación, pasividad y frustración. En general, su perspectiva sobre la vida es menos optimista, aunque pueden encontrar consuelo en la capacidad de apuntar a otros como responsables de sus problemas, lo que en ocasiones resulta liberador.

¿Qué conexión tiene todo esto con las empresas? Mucha, ya que estas surgen de un potente locus de control interno; es decir, un empresario es alguien con la suficiente confianza en sí mismo para iniciar un proyecto económico. Sin embargo, diversas circunstancias, ya sean internas o externas, pueden llevar a que algunas empresas pierdan ese control y terminen bajo la influencia de sus acreedores, lo que significa que el locus se mueve, lo que resulta en una pérdida de autonomía.

Esta semana es positiva, ya que ciertas empresas han logrado reafirmar su control interno o, al menos, han conseguido evitar que este se traslade hacia el exterior. Asumen con determinación el control de su futuro, parafraseando un poco el estilo de un manual de motivación.

OHLA ha conseguido sortear a sus acreedores. Después de que los hermanos mexicanos Luis y Mauricio Amodio asumieran el liderazgo de la constructora OHLA, dejaron atrás a Villar Mir y se convirtieron en los principales accionistas hace cuatro años con la meta de reorientar el negocio. No ha sido un camino sencillo. Recientemente, lograron acuerdos con las entidades bancarias –Santander, CaixaBank y Sabadell–, así como con los bonistas, asegurando que su locus de control permanezca dentro de la empresa y no se transfiera a los tenedores de deuda. Ahora, OHLA podrá emprender una ampliación de capital de 150 millones de euros, en la que participarán empresarios como José Elías –de La Sirena, Audax y Atrys– y el mexicano Andrés Holzer. Estos nuevos inversores tendrán un lugar en el consejo de administración, donde los Amodio mantendrán sus dos asientos y el apoyo de un director general de confianza, Tomás Ruiz.

Un alto grado de endeudamiento es una de las maneras más evidentes de perder el control sobre un negocio. Para quienes no son expertos en finanzas, lo que puede resultar sorprendente es que el valor total de una empresa, conocido como enterprise value, se determina sumando el capital y los pasivos. Por ejemplo, si una compañía tiene un valor de 100 en el mercado y una deuda de 10, su valor total sería 110. Esto se contrastaría con otra empresa que podría tener un valor de 50 y un saldo de deuda de 90, resultando en un valor total de 140. Aunque esta idea puede parecer contradictoria, tiene su lógica. En esencia, asumir deuda puede ser visto como una manera de ampliar la participación en la empresa, a expensas de algo de autonomía y, en consecuencia, moviendo el centro de control hacia el exterior. Puede interpretarse como un método indirecto de capitalización, ya que en situaciones adversas el acreedor podría convertir su deuda en capital o bienes. En términos prácticos, la organización tiene responsabilidades tanto con los accionistas, quienes reciben dividendos, como con los acreedores, cuya compensación proviene de los intereses. Ambos tienen sus expectativas, pero lo fundamental es que no se puede decepcionar a los acreedores; si la situación se torna difícil, ellos podrían asumir el control.

Un ejemplo reciente de esto es el caso de Celsa, donde los acreedores han tomado el control de la compañía, reemplazando a la familia Rubiralta, que perdió su control debido a la presión de la deuda, tal como ha destacado Gabriel Trindade. Los nuevos propietarios, liderados por Rafael Villaseca y Jordi Cazorla, están trabajando en una ampliación de capital que asciende a 166 millones de euros, buscando así llevar a cabo un plan de recuperación, mientras que también están en procesos judiciales contra Francesc Rubiralta.

Talgo encuentra una respuesta en Euskadi. En relación a Celsa, José Antonio Jainaga, fundador de Sidenor, fue uno de los que en su momento mostró interés por formar un grupo español que protegiera la empresa de sus deudores. Ahora, según informa Pilar Blázquez, Jainaga ha manifestado oficialmente su interés por Talgo. Este anuncio llega tras el rechazo del Gobierno al consorcio húngaro Ganz Mavag y cuenta con el respaldo tanto del Gobierno central como del vasco. Su plan, que podría fortalecerse con la incorporación de la SEPI, busca finalmente sustituir al fondo estadounidense Trilantic en el capital, que ha estado intentando vender su participación. La empresa de trenes enfrenta un debilitamiento en su control interno, no solo por la intención del principal inversor de abandonar, sino también por las dificultades para cumplir con los contratos de Renfe y la compañía alemana Deutsche Bahn, lo que podría resultar en sanciones y problemas financieros.

En el ámbito de la causalidad, tener un locus de control interno o externo no marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. Los psicólogos han observado que, por un mecanismo defensivo, tendemos a atribuir los logros a nuestras habilidades y las pérdidas a factores externos. En situaciones de triunfo, todos nuestros locus se vuelven internos, mientras que ante un revés, rápidamente se externalizan las responsabilidades. Por ejemplo, si un equipo de fútbol pierde, se culpa a los jugadores; en cambio, si gana, la victoria se celebra en plural, como si todos formaran parte del triunfo.

Recientemente, Europastry, una firma dedicada a la producción de masas congeladas y con un enfoque en el control interno, ha señalado que la cancelación de su oferta pública de acciones se debe a «la situación geopolítica internacional», tal como menciona Maite Gutiérrez. Esta justificación contrasta con lo que se comenta en el mercado, donde se sugiere que la empresa enfrenta una valoración demasiado alta dado que las barreras de entrada son mínimas. Este es un claro ejemplo de cómo las personas tienden a buscar explicaciones para los fracasos, atribuyéndolos a factores económicos y políticos.

Asimismo, es un comportamiento que se ha observado con frecuencia en compañías del sector energético y en entidades bancarias. El Gobierno tiene la intención de imponer un impuesto adicional a estas empresas, a pesar de que las razones extraordinarias que justificaban esta medida, relacionadas con el conflicto en Ucrania, ya no son tan relevantes. A la hora de reportar resultados sobresalientes, muchas de estas compañías tienden a atribuir sus logros únicamente a su buena gestión, dejando de lado factores externos como el aumento en las tasas de interés y el incremento de los costos de energía. Cabe mencionar que la próxima semana, los bancos comenzarán a presentar sus informes trimestrales.

La opa del BBVA sobre Banc Sabadell continúa avanzando, a la espera de que la CNMV dé luz verde al folleto y que la CNMC emita su dictamen sobre el impacto en la competencia. El Gobierno, a través del ministro Carlos Cuerpo, mantiene su postura contraria a la fusión. En este contexto, el BBVA tiene pleno control interno, mientras que el banco catalán, que debe adoptar una postura más pasiva, se ve forzado a ceder su control hacia el exterior, dependiendo de lo que decidan los accionistas. En este sentido, el presidente de Banc Sabadell, Josep Oliu, ha señalado que la consolidación en el sector bancario no siempre conlleva beneficios. Por su parte, Carlos Torres, del BBVA, afirmó desde Barcelona que la financiación a las empresas de Cataluña no se verá afectada, según informa Luis Florio.

Por otro lado, es fundamental considerar el alcance de los problemas al asignar responsabilidades. Enfrentar el cambio climático o la pérdida de industria son desafíos mucho más complejos que lograr que una comunidad cambie la cerradura de un espacio compartido. Repsol, al igual que otras compañías del sector energético, está lidiando con este reto monumental y ha solicitado un reinicio industrial para recuperar la autonomía estratégica en Europa, como informa Pilar Blázquez. Asimismo, Iberdrola, comprometida con la energía renovable y la lucha fronta el cambio climático, ha anunciado una inversión de 28.000 millones de euros en el Reino Unido.

El locus de control interno se relaciona con la autonomía en la industria. Esta semana, EV Motors, que posee la marca Ebro y colabora con la compañía china Chery en España, ha debutado en el BME Growth, una plataforma para empresas emergentes, con un notable incremento en su cotización. De manera instantánea, se ha convertido en la empresa más grande de este índice. Su valoración ha sobrepasado los 400 millones de euros, logrando que un 25% de sus acciones disponibles esté generando liquidez. A diferencia de la mayoría de los organismos en el BME Growth, que ajustan sus precios solo dos veces por jornada, EV Motors opera en tiempo real. Esto sugiere que su transición al mercado ordinario podría ser fluida, considerando lo observado hasta ahora.

Este nuevo fabricante de automóviles, según afirmó su presidente, Rafael Ruiz, aspira a contribuir a la reindustrialización del país desde la Zona Franca, donde ha tomado el control de la planta que dejó vacante Nissan. Su debut en la bolsa podría haber sido desastroso si los inversores creían que Ebro, una marca española, era incapaz de competir en una industria tan rigurosa como la automotriz. No obstante, ha sido exitoso porque hay una comprensión de que el locus de control puede ser interno: EV Motors tiene un papel que desempeñar en el sector, especialmente al asociarse con un fabricante chino. Cabe recordar que Chery será la primera empresa de China que ensamblará vehículos en Europa, específicamente en Barcelona. Esto tiene un impacto significativo para la industria, abarcando tanto a proveedores como a posibles productores de baterías. Es un ejemplo de control interno en contraste con la mentalidad de «Que lo hagan ellos» mencionada por Lluís Uría.

A pesar del reto que representa China, las marcas de automóviles convencionales mantienen un alto nivel de prestigio, como menciona Elisenda Vallejo en su columna semanal. Dentro del mundo automotriz, existe un área específica relacionada con los estacionamientos: esta semana, Criteria ha transferido Saba a la compañía belga Interparking, de acuerdo con el informe de Eduardo Magallón.

Por otro lado, la alegría no cabe en Elon Musk. Su compañía aeroespacial, SpaceX, ha conseguido que uno de sus cohetes, llamado Starship, aterrice sin daños en la plataforma de lanzamiento luego de su despegue. Esto parece facilitar los viajes espaciales de regreso, especialmente para aquellos turistas que buscan algo más que visitar lugares como Mallorca o Barcelona. La propuesta es que los adinerados puedan disfrutar de un viaje al espacio para observar la impactante belleza del planeta desde lo alto y regresar sanos, listos y dispuestos a votar por el partido republicano. La estructura que recibe el cohete se denomina Mechazilla, en honor al emblemático monstruo del cine de ciencia ficción Godzilla. El control de esta situación no se le escapa a su propietario.

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