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Sánchez dos mil treinta

El presidente Pedro Sánchez se muestra decidido a seguir adelante sin rendirse. Mientras la economía continúe en buen estado, él está comprometido a luchar por mejorar el país durante su mandato, aspirando a un futuro que sea “más sostenible, más fuerte y más solidario”.

Su mayor ambición es poder asumir la responsabilidad de la Agenda 2030 de Antonio Guterres, el secretario general de la ONU. Aunque tiene la determinación necesaria, la oposición conservadora, liderada por Alberto Núñez Feijóo, está lista para obstaculizar sus planes.

Feijóo sostiene que si no logran desalojarlo del poder ahora, será casi imposible hacerlo en el futuro, y añade que la corrupción podría ser su caída, tal como ocurrió con Mariano Rajoy. Anteriormente, se comprobó que el PP disponía de una financiación irregular organizada de manera clandestina. Hace seis años, el escándalo Gürtel desató una crisis, y actualmente se habla del caso Ábalos. Desde la perspectiva de la oposición, la situación no ha cambiado mucho: hay políticos corruptos, empresarios carentes de principios y costes ilegales asociados. La política y los negocios se entrelazan como en otras ocasiones. Sin embargo, la realidad es distinta ahora. Sánchez no tiene intenciones de renunciar ni de adelantar elecciones, y la oposición carece del respaldo necesario para presentar una moción de censura. Rajoy fue destituido por el caso Gürtel gracias a que el PNV retiró su apoyo, pero actualmente este partido mantiene su lealtad al PSOE. Similarmente, los otros ocho partidos que componen el bloque de investidura están en la misma línea. En el pasado, Sánchez contaba con evidencias contundentes, como una sentencia que clasificaba al PP como una organización delictiva.

Actualmente, Feijóo solo dispone de un recorte que indica que un empresario desconocido entregaba dinero en efectivo en la sede del PSOE. Esto es demasiado insignificante para provocar la caída de un gobierno. En el caso Gürtel, los miembros del PP no lograron que su tesorero, Luis Bárcenas, mantuviera el silencio. En la actualidad, los socialistas creen que podrán llegar a un acuerdo con su ex secretario de Organización, José Luis Ábalos, para que este se mantenga en silencio y se aleje del foco. Como se dice, «muerto el perro se acabó la rabia», o como afirmaba Felipe González, “después de la tormenta, siempre sale el sol”. Es verdad que los partidos que apoyan el libre mercado y a las empresas –PP, Junts, PNV y Vox–, que tienen la mayoría en el Congreso, podrían ver una oportunidad para derrocar al Gobierno de izquierdas, que se vuelve más intervencionista cada día. Un Sánchez que se sostiene en el aumento del gasto público, las ayudas económicas y la elevación de impuestos para continuar en el poder. Sin embargo, estos partidos priorizan sus propios intereses partisanos y identitarios sobre una economía sólida y competitiva. Por lo tanto, es muy probable que Pedro Sánchez termine superando y ganando las “mil y una batallas” de las que tanto suele hablar.

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