Ignacio González se prepara para abrir el 39º Congreso de Gran Consumo de AECOC en su nuevo rol como presidente, aunque no es un rostro desconocido para la organización. Con un título en Ciencias Económicas y Empresariales por ICADE, ya lideró la asociación entre 2021 y 2023, un período marcado por una considerable inflación.
En aquel entonces, su tarea principal era estabilizar los diferentes eslabones de la cadena de suministro ante un contexto de aumento de precios complicado. Regresa motivado por su compromiso con el sector y un fuerte sentido de agradecimiento y responsabilidad.
González reconoce que “los desafíos han cambiado”. Con la inflación más controlada, su enfoque reside en “escuchar y ser escuchado”, un principio que no solo refleja su visión, sino que también se convierte en el lema de esta edición del congreso que se inicia hoy en Madrid. Al retomar la presidencia de AECOC, enfatiza la importancia de la comunicación.
De acuerdo a sus palabras, al dejar la organización, la inflación estaba en su punto más alto y la conversación principal era hacer entender a todos los actores de la cadena de producción que no se trataba de culpables individuales, sino que eran víctimas de un contexto más amplio. Ahora, con esa fase de inflación superada, los desafíos pasan por una dirección diferente.
Es crucial comprender y atender las necesidades tanto del consumidor como de la cadena de producción; además, González insiste en la necesidad de reivindicarse, afirmando que tienen mucho que aportar a la conversación. Se sienten alineados con objetivos comunes en términos de legislación, aunque frecuentemente tienen diferencias sobre la rapidez de su implementación.
Uno de los principales problemas que enfrenta el sector, destaca, es la excesiva regulación que se ha acumulado tanto en España como en Europa. Como respuesta, el informe Draghi sugiere que la nueva comisión aborde la actividad regulatoria con una pausa, sugiriendo que se escuche a los distintos agentes sociales. Por tanto, se encuentra en sintonía con esta propuesta.
En España, uno de los principales retos es la rapidez en la implementación de regulaciones. No se trata únicamente de ser líderes en cuestiones que afectan la competitividad. En 2023, se aprobaron 500 leyes en Europa relacionadas con la sostenibilidad, lo que destaca la presión creciente en este ámbito. De las 683 normativas creadas en Bruselas durante el año, 500 abordan temas de sostenibilidad, una preocupación que ya había sido identificada por las empresas y demandada por los consumidores. Sin embargo, existe el riesgo de que, debido a la aceleración normativa, las compañías se limiten a cumplir con lo mínimo, en lugar de anticiparse a las tendencias.
Es preferible que las empresas respondan proactivamente a las demandas de los consumidores, antes de que se establezcan formalmente las regulaciones. Esto requiere escuchar tanto a los actores sociales como al sector privado, que son quienes tienen un entendimiento más profundo del mercado. Afortunadamente, he notado una mayor apertura por parte de las administraciones, en especial del Ministerio de Transición Ecológica, encargado de la compleja Ley de Envases. Con el tiempo de aplicación de estas normativas, se identifican a menudo aspectos que no se ajustan a las realidades del mercado.
Además, las nuevas leyes tendrán repercusiones en los precios de los productos. La cuestión es si el consumidor aceptará este aumento. Hay que tener en cuenta que la realidad es multifacética; el mismo consumidor que ha visto cómo la inflación supera su salario y ha ajustado sus hábitos de compra, es el que ahora se enfrenta al dilema de pagar más por productos que contienen ingredientes naturales.
Actualmente, estamos en un período donde la inflación no favorece las demandas de mayores precios. Es fundamental considerar tanto la rapidez en la implementación de políticas como el momento apropiado para ello. Observamos que la economía se encuentra en una fase de inflación elevada. ¿Qué perspectiva se tiene sobre los precios y el consumo en el futuro? A nuestro entender, el fenómeno inflacionario ya ha pasado. En lo que respecta a los productos alimenticios, es probable que veamos tasas de inflación muy bajas, e incluso en algunos casos negativas. En cuanto al consumo, la inflación salarial todavía está presente, lo que indica una posible mejora en el poder de compra. Hay factores que tienden a reducir precios, como la disminución en el costo del aceite, que superan a otros que podrían aumentar, como el café y el cacao. Siempre que no ocurran cambios en el contexto internacional, tenemos razones para ser optimistas sobre la recuperación del consumo. ¿Y qué sucede con el restablecimiento del IVA en alimentos? Considero que ha sido un elemento valioso para disminuir la inflación. Aunque habría sido deseable incluir más productos, como carne y pescado, el resultado ha sido positivo. La recuperación en dos fases, aunque implique más labor para los comercios, se traduce en un aumento más gradual para los consumidores, y era momento de implementarla. ¿Cómo se encuentran las dinámicas en la cadena de suministro de alimentos tras las tensiones generadas por la inflación? Hemos comprendido que el verdadero enemigo no proviene de dentro de la cadena. La relación entre productores y distribuidores en España es más sólida que en otros países vecinos. A pesar de la inflación, no se presentaron grandes conflictos internos, ya que todos reconocimos ser afectados por un elemento externo. Además, cuando hemos unido fuerzas, hemos alcanzado mejores resultados que si trabajamos de manera independiente.
Es fundamental comunicar que representamos el 25% del PIB y que el verdadero desafío no reside dentro de la cadena. En este aspecto, soy positivo. También es crucial escuchar al consumidor. ¿Cuáles son las demandas del nuevo cliente? Debemos prestar atención a sus necesidades, ya que el sector se asemeja a un vasto partido político con 14 millones de votantes, quienes son inconstantes y eligen diferentes supermercados de un día para otro. Un claro ejemplo de esto es cómo han reaccionado ante la inflación en los alimentos. El consumidor ha logrado manejar el aumento de precios ajustando su presupuesto, optando por diferentes productos y tiendas. Comprender este comportamiento es esencial para el éxito empresarial. Además, gracias a la tecnología, contamos con un activo invaluable en forma de datos acerca de hábitos de compra y reacciones a los cambios en las tiendas. Cada uno de los actores del sector puede aprovechar la tecnología para conocer mejor a su cliente, sin importar su dimensión.
Otro aspecto clave en el plan estratégico de AECOC es la generación de empleo. ¿Cuáles son las inquietudes en este ámbito? Existen varias. En primer lugar, es necesario recuperar el atractivo del sector para los jóvenes talentos. El sector de gran consumo ofrece oportunidades para todos los perfiles, desde los más sencillos hasta los más técnicos. Es esencial restablecer la imagen como empleador. Otro obstáculo, estrechamente vinculado a este, es la dificultad para cubrir ciertas posiciones, como mantenimiento o en oficios como el de pescadero y transportista. La falta de transportistas es crítica. Es urgente adaptar la fuerza laboral a las demandas del sector. Para abordar este problema, es necesario fomentar la formación, dignificar los trabajos y considerar la inmigración cualificada para esos roles específicos. Además, la productividad se encuentra en niveles que remiten a la década de los 90.
Este es un desafío que afecta a toda la nación, similar al absentismo, que representa un gran problema para España en la actualidad y debería ser objeto de discusión al igual que la disminución de la jornada laboral. Es fundamental abordar esta cuestión, ya que con un 11% de desempleo, tener un 7% de personas que no asisten a su trabajo indica que hay fallos en el sistema.
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