Este lunes, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson han recibido el premio Nobel de Economía por sus estudios sobre la formación de instituciones y su impacto en la prosperidad. Sus investigaciones analizan cómo las instituciones políticas y económicas influyen en las disparidades de riqueza y desigualdad entre diferentes países.
Acemoglu, originario de Turquía y asociado al MIT, era un candidato recurrente para este prestigioso galardón. Por su parte, Johnson y Robinson, académicos en el MIT y la Universidad de Chicago respectivamente, son británicos.
Las teorías y datos empíricos que han desarrollado ofrecen explicaciones sobre las razones por las cuales algunos países prosperan mientras que otros enfrentan dificultades, además de analizar por qué las desigualdades pueden perpetuarse.
Para eso, han explorado el impacto de la colonización y la prosperidad económica en las naciones afectadas, relacionando incluso tasas de mortalidad con el buen funcionamiento institucional.
La academia sueca destaca que los galardonados “han aportado investigaciones innovadoras que esbozan los factores que influyen en la prosperidad económica a largo plazo de las naciones”. Además, subrayan que su comprensión de cómo las instituciones afectan la riqueza resalta la importancia de promover la democracia y estructuras inclusivas para fomentar el desarrollo económico y reducir la desigualdad.
En sus estudios, Acemoglu, Johnson y Robinson han identificado que en naciones con bajos ingresos es común encontrar instituciones frágiles. Estas naciones suelen estar dominadas por instituciones extractivas —como autocracias o entidades con inclinación a la expropiación— que generan pobreza. En contraste, las instituciones inclusivas —como las democracias y la protección de la propiedad privada— son beneficiosas para el crecimiento y la riqueza sostenida a lo largo del tiempo.
Acemoglu ha comentado sobre la relación entre democracia y prosperidad, sugiriendo que, en términos generales, sus investigaciones tienden a favorecer los sistemas democráticos. Ha observado que las economías que se desarrollan a partir de regímenes autoritarios tienden a experimentar un crecimiento más acelerado. Sin embargo, ha advertido que la democracia no es una solución infalible y que, en ocasiones, su implementación puede ser complicada. Un ejemplo que menciona es el caso de China, donde un gobierno autoritario coexiste con un crecimiento robusto, aunque él cuestiona la viabilidad de tal modelo a largo plazo.
Este reconocimiento llega en un contexto en el cual se evidencia un debilitamiento de las instituciones y un descenso en el apoyo popular hacia la democracia. Acemoglu ha señalado la posibilidad de que no estemos aprovechando al máximo el potencial de crecimiento, pues las democracias tienden a tener un rendimiento económico inferior cuando la ciudadanía percibe que sus gobernantes no cumplen con las expectativas.
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