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Françoise Bettencourt Meyers: una multimillonaria que prefiere mantenerse en la sombra

Es un hecho laudable que la riqueza y la caridad a menudo se entrelacen, aunque no siempre conlleven discreción. Este es el caso de Françoise Bettencourt Meyers, quien es la principal accionista de L’Oréal y la mujer más acaudalada de Francia.

La heredera de este imperio cosmético experimentó un periodo de intensa exposición mediática hace algunos años debido al escándalo prolongado y a los procesos legales relacionados con su madre, Lilian Bettencourt. En ese momento, ella intentó proteger a su madre de personas que intentaban aprovecharse de su vulnerabilidad para apoderarse de su fortuna.

Con 71 años, Bettencourt Meyers rara vez se muestra en los medios de comunicación, excepto en eventos públicos organizados por sus fundaciones, como ceremonias de premiación, y prefiere no acaparar la atención. Sin embargo, es difícil escapar de la fama al aparecer cada año en la lista de los más ricos del mundo, según publicaciones como Forbes. Esta heredera de L’Oréal, cuyo abuelo fue el químico alsaciano Eugène Schueller, se une a la élite de aquellos que poseen un capital superior a los 100.000 millones de dólares, un nivel que alcanzó recientemente y que la colocó momentáneamente como la mujer más rica del planeta. Bettencourt Meyers no solo es magnate, sino también filántropa, con una fundación enfocada en la sordera y una publicación de análisis bíblico. Su posición fue eventualmente superada por otra prominente heredera, Alice Walton, de 74 años y parte del emporio Walmart. En el ámbito de las grandes fortunas, las clasificaciones son cambiantes, reflejando las oscilaciones en los valores de las acciones de las respectivas empresas.

Los activos de gran dimensión pueden experimentar variaciones en su valoración de manera impresionante, alcanzando cifras de miles de millones entre un día y otro. Un claro ejemplo de esta dinámica es L’Oréal, cuyo nombre evoca el prestigio del «Hecho en Francia», especialmente relacionado con ciertos sectores en particular. A pesar de los numerosos retos y la competencia internacional, Francia destaca en diversas áreas como la industria de defensa, el lujo, los cosméticos, la farmacéutica y la tecnología nuclear.

La historia de L’Oréal comenzó con el abuelo Schueller, quien en 1909 lanzó un tinte para el cabello que tuvo gran éxito. En la actualidad, se posiciona como el principal conglomerado a nivel global en productos de belleza, abarcando tanto opciones para el consumidor general como para profesionales del sector. En 2023, los ingresos de la compañía superaron los 41 mil millones de euros, contando con una plantilla de más de 90,000 trabajadores y 37 marcas en su portafolio.

La crisis provocada por la pandemia de covid resultó en un descenso significativo del consumo en categorías como el maquillaje, pero el mercado ha mostrado una fuerte recuperación. Françoise Bettencourt Meyers ejerce como vicepresidenta del Consejo de Administración, junto a sus hijos, Jean-Victor y Nicolas Meyers. Ella, principal accionista de L’Oréal, es una mujer comprometida que ha dirigido su energía y preocupaciones hacia diversas iniciativas filantrópicas y la investigación.

La Fundación Bettencourt Schueller se enfoca en financiar proyectos científicos, buscando mitigar la fuga de talentos, así como en la promoción del arte y la artesanía, además de llevar a cabo acciones solidarias. Esta empresaria francesa también es especialmente consciente de los retos asociados a la sordera, por lo que estableció una fundación dedicada a estudiar su origen y posible tratamiento, además de coautorizar un libro que trata sobre lo que ella denomina “la discapacidad invisible”.

La heredera, reservada y profunda, contrasta notablemente con comportamientos banales y ligeros. Disfruta de un jardín privado que ha cultivado con el propósito de enriquecer su intelecto y encontrar inspiración personal: la interpretación de los textos bíblicos. Bettencourt Meyers realizó una extensa investigación en seis volúmenes centrada en las Sagradas Escrituras, haciendo hincapié en el vínculo entre el judaísmo y el cristianismo. Esto no es solo un entretenimiento ocasional, sino un trabajo llevado a cabo con seriedad académica que le permitió recibir un galardón.

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