Recientemente, se escucha con más frecuencia entre ciertos sectores de la derecha que España podría convertirse en una república confederal en un plazo de dos a tres años. Esto implicaría la ruptura del acuerdo constitucional establecido en 1978, que instauró una monarquía parlamentaria como medio para superar la división generada por las cuatro décadas de dictadura de Francisco Franco.
Este pensamiento, que ha cobrado fuerza en la derecha, se ha intensificado ante el reciente cúmulo de acuerdos que Pedro Sánchez ha logrado con los ocho partidos necesarios para aprobar el presupuesto de 2025. Es posible que la aprobación del presupuesto no se concrete hasta la primavera.
La situación se complicó tras el acuerdo con Bildu para modificar la conocida como ley mordaza, lo que ha causado un fuerte descontento no solo en los sectores conservadores, sino también en un grupo considerable de militantes del PSOE. Emiliano García-Page ha expresado que este pacto se establece “con una organización que durante muchos años limitó las libertades del pueblo vasco”. Sin embargo, la tensión no cesa. Cada vez se hace más evidente que los socialistas deben cruzar líneas rojas previamente establecidas, siempre con el objetivo de conseguir la aprobación del techo de gasto. Se habla de que el coste de esta situación es excesivo, todo para asegurar que Pedro Sánchez permanezca en el poder. Para ello, ha sido necesario otorgar a ERC lo que se conoce como «cupo catalán» y renegociar la senda del déficit, aportando 10.000 millones adicionales a las comunidades autónomas para incrementar la financiación a Cataluña. Además, a Sumar se le está ofreciendo una ley de vivienda que imponga límites de alquiler en áreas de alta demanda, ayudas a los jóvenes para el pago del alquiler, y se están considerando modificaciones en temas de secretos oficiales y en los servicios de inteligencia del CNI. Aún así, el futuro del Ejecutivo sigue siendo incierto.
Los partidos que apoyan al gobierno (ERC, Junts, Bildu, Coalición Canaria, PNV, Podemos, Sumar, BNG) han notado la fragilidad del PSOE liderado por Sánchez y están listos para aprovecharse de esta situación. Esta estrategia se asemeja a la del salchichón, donde continuarán sacando rebanadas mientras sea posible. Es muy probable que se logren unos presupuestos para 2025, aunque su aprobación se realice tras la celebración de los congresos de ERC, Junts y PSOE programados para noviembre. Por lo tanto, las cuentas del Estado no verán la luz hasta que avance la primavera. Además, se anticipa un notable incremento en el gasto público para cubrir los costos políticos, económicos y sociales que se están acumulando. No se puede descartar que Pedro Sánchez opte por presentar una moción de confianza con el fin de evidenciar su capacidad para concluir la legislatura respaldado por la Cámara. A nadie le conviene un adelanto electoral, ya que, según las encuestas, PP y Vox podrían alcanzar la mayoría absoluta, un posible desenlace desfavorable para todos los aliados de Sánchez.