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València ha experimentado más de 30 años de implementación de áreas ZAS, comenzando con la zona universitaria de Xúquer y llegando a la más reciente en Russafa

Russafa, un barrio vibrante y diverso, se ha consolidado como un referente en la vida nocturna de Valencia. Sin embargo, su popularidad ha generado quejas entre los residentes debido a las molestias ocasionadas. Por ello, el Ayuntamiento de València está en proceso de declarar la zona como acústicamente saturada (ZAS), lo que promete aliviar a grupos como Russafa Descansa, que desde 2017 ha luchado legalmente por esta causa y continúa visibilizando irregularidades en el área.

María José Broseta, presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de València, comenta que “los vecinos no están en contra de los bares y cafeterías”, sino que se sienten abrumados por el constante despliegue de mesas y sillas en algunas partes de Russafa.

Aplaude que la ZAS finalmente haya tomado forma y admite que la situación actual no ha sido fácil para los residentes. Además, destaca que se debería haber prevenido este problema, ya que “se veía venir”. En una iniciativa positiva, el Ayuntamiento ha clasificado a Russafa como ciclobarrio, priorizando el uso de la bicicleta. También se planea un concurso para presentar ideas innovadoras y sostenibles que ayuden a reducir el ruido de las terrazas de los restaurantes.

Por otro lado, la Federación de Hostelería de València (FEHV) no comparte este entusiasmo. Su secretario general, Rafael Ferrando, sostiene que las ZAS no son la solución ideal para abordar el problema de la contaminación acústica. Hace referencia a la primera ZAS de València, ubicada en Xúquer, y critica que no se hayan efectuado cambios, señalando que esto ha afectado negativamente a los negocios del sector de la hostelería y el ocio en la zona.

En enero de 1997, el Ayuntamiento de València decidió designar la denominada zona Xúquer como ZAS, siendo la primera en la ciudad. Posteriormente, se instauró una segunda área, conocida como Woody, nombre que deriva de la popular discoteca que animaba la vida nocturna del barrio, especialmente entre el público universitario, que la frecuentaba, quizás en exceso. En 2007, se llevó a cabo el proceso de regulación para el área que abarca las calles Gascó Oliag y las avenidas Catalunya, Blasco Ibáñez y Primado Reig, lo que significó la pérdida de otra zona de ocio nocturno en València, llevando a sus visitantes a buscar nuevas alternativas en otros sectores de la ciudad.

En 2009, una nueva normativa afectó a las calles Calixto III, Buen Orden, Palleter, Erudito Orellana y Àngel Guimerà, estableciendo que las terrazas debían operar, en general, de 9 de la mañana a 11 de la noche, y hasta la medianoche en días festivos o vísperas. La dueña de la cafetería de Míriam, ubicada en la calle Buen Orden, compartió que durante la semana suelen cerrar la terraza a las 23:30, ya que un minuto más podría resultar en una multa. Relata que, a pesar de que la gente disfruta permanecer al aire libre, especialmente en verano, deben insistir en que se retiren a tiempo para poder recoger. Ella menciona la presión económica que esta normativa les ha causado, puesto que no hay compensación por cerrar más temprano y aún así deben seguir cumpliendo con sus impuestos. A pesar de las dificultades, ha descartado la idea de mudarse a otra zona, argumentando que la situación es insostenible.

El barrio del Carme, actualmente un punto de atracción turística, fue la última zona de gran afluencia de estudiantes (ZAS) declarada antes de Russafa. Las discotecas deben cerrar a las 4.30 de la mañana, se ha detenido la concesión de licencias para nuevos establecimientos de hostelería, y las terrazas tienen permitido ocupar el espacio público con mesas y sillas desde las 9 de la mañana hasta la 1 de la madrugada, hasta finales de octubre y desde marzo. La representante vecinal María José Broseta señala que «en el Carme las medidas se están aplicando, pero aún hay restaurantes que no cumplen». Además, está el comportamiento de muchos turistas que llenan las calles. «Es esencial encontrar solución y demostrar que existe otra forma de ocio», añadió.

Considerando estas situaciones, los empresarios del sector en la ciudad creen que es necesario establecer “un nuevo modelo” enfocado en la prevención. “Siempre hemos promovido la implementación de un plan estratégico para gestionar el ocio en València, que nos permita entender la situación y los variados aspectos, priorizando la mediación, el diálogo y el consenso con todas las partes involucradas, así como con el Ayuntamiento”, afirma Ferrando.

Han solicitado, y lo han reiterado a la alcaldesa María José Catalá, la creación de un «Alcalde de Noche» que permita «armonizar los derechos de los vecinos con las actividades comerciales», que han crecido en el ámbito del ocio y la restauración, impulsadas por el auge turístico de la ciudad. Todos desean disfrutar de la cena, el baile y salir, pero algunos temen que esto afecte su descanso.

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