Desayunar se ha vuelto cada vez más costoso. El café, que millones de personas disfrutan al inicio de su jornada, está enfrentando una crisis en su producción que ha elevado su precio a niveles máximos en la última década, mientras las reservas disminuyen.
La severa sequía que afecta a Brasil, que produce alrededor de un tercio del café global, presagia una cosecha pobre, y los contratos a futuro ya reflejan este pronóstico. En septiembre, el costo de la variedad arábica –la de mayor calidad– alcanzó los 2,70 dólares por libra, el precio más alto desde 2011.
En el último año, el valor en los mercados de futuros creció un 75%, trasladándose a los precios que paga el consumidor final. No solo Brasil enfrenta dificultades; Vietnam, el principal exportador de la variedad robusta, experimentó un tifón el mes pasado que ha golpeado severamente las zonas productoras de café. Los daños afectan tanto la recolección actual como la futura, ya que muchos árboles resultaron perjudicados, según informes internacionales. El precio de esta variedad, que es algo más accesible que la arábica, ha subido un 112% en el transcurso del último año. Mientras la producción de café disminuye, el consumo sigue en aumento. La Organización Internacional del Café, que agrupa a países exportadores e importadores, estima en su reporte más reciente que, a seis años vista, la oferta y demanda presenta un déficit de 13,1 millones de sacos de café. Si las reservas siguen mermando, especialmente en Europa donde han caído a la mitad, las tensiones geopolíticas aumentan la presión sobre los precios, con el transporte marítimo aún lejos de normalizarse. Esta situación es similar a la del aceite de oliva, donde España se posiciona como líder mundial en producción.
La falta de lluvias en los últimos tres años ha afectado drásticamente la producción de aceitunas, lo que ha llevado a un aumento notable en los precios, superando los diez euros por litro de aceite virgen extra en muchas tiendas. Este incremento ha resultado en una disminución del consumo y un desplazamiento hacia aceites más económicos, como el de girasol. No obstante, el sector agrícola espera que la nueva campaña sea más prometedora, estimando un aumento cercano al 50% en comparación con la anterior. Aunque el mercado del aceite parece estar recuperándose de su crisis, se avizora una nueva problemática en el ámbito del café.
Recientemente, la presión ejercida a nivel global ha llevado a la Comisión Europea a solicitar un aplazamiento en la prohibición de comerciar café proveniente de áreas deforestadas, que estaba programada para comenzar en diciembre. Esta regulación, que buscaba prohibir la venta de café de regiones afectadas, había repercutido en el aumento de precios, con café certificado como libre de deforestación alcanzando una prima de entre 3 y 5 centavos en comparación con los futuros en Nueva York. La reciente decisión de posponer esta medida por un año ha ocasionado un ligero descenso en los mercados de futuros.
Luis Planas, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, describió el aplazamiento como una “decisión prudente”, destacando la intención de la Unión Europea de implementar dicha prohibición, aunque es necesario reevaluar el calendario y las modalidades aplicables, considerando los niveles de riesgo. Además, las complicaciones en la implementación y las críticas sobre la burocracia que enfrentaban los productores también han influido en este retraso. Esta prohibición estaba diseñada para combatir el cambio climático, el cual es responsable de situaciones extremas como la sequía que afecta a las cosechas en Brasil.
De acuerdo con datos del INE, el precio de un café ha aumentado un 5,2% en comparación con agosto del año pasado, lo que hace que disfrutar de esta bebida sea cada vez más costoso.
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