Como docente en el ámbito del emprendimiento, recibo numerosos proyectos de exalumnos que desean establecer su propio negocio. Estos aspirantes a emprendedores son plenamente conscientes de que un negocio solo tiene sentido si se presenta una oportunidad. Una oportunidad se define como la posibilidad de crear y ofrecer algo que satisface una necesidad que no ha sido abordada adecuadamente o que puede ser resuelta de manera más eficiente.
He tenido la oportunidad de conocer a emprendedores en sus inicios, como Amancio Ortega, fundador de Inditex, Isak Andic de Mango y Li Sufu, quien más tarde adquiriría compañías como Volvo y las impulsaría en el ámbito internacional.
Mi percepción es que las oportunidades están en constante crecimiento.
Existen nuevos mercados en regiones como China, India y África que están aceptando productos y servicios de calidad y experimentando un notable crecimiento. Sin embargo, en los países más avanzados, también surgen posibilidades, como en el ámbito de la inteligencia artificial, el comercio electrónico y los avances en medicina y farmacología, entre otros. A nivel global, emergen oportunidades, pero también se presentan riesgos. Por ejemplo, la reciente aparición de los automóviles eléctricos trae consigo tanto oportunidades como retos significativos.
Este fenómeno no es nuevo. En su momento, se introdujo el Concorde, un avión supersónico que podía cubrir la ruta París-Nueva York en menos de dos horas, pero los fabricantes de aviones convencionales lograron que se restringiera su uso debido al ruido que generaba. A pesar de que el Concorde tenía una alta demanda y era la respuesta a un problema: la reducción drástica del tiempo de viaje, esa oportunidad sigue presente y nadie se atreve a aprovecharla, y se olvida la gran solución que ofrecía el Concorde. Curiosamente, seguimos desarrollando aviones supersónicos, pero solo para fines militares.
Es fundamental preparar a las nuevas generaciones para un futuro donde la tecnología tendrá un papel determinante. Hay innovaciones que se mantienen a lo largo del tiempo; por ejemplo, los bolígrafos actuales son bastante similares a los que se utilizaban hace cinco décadas.
En la actualidad, distintos elementos del hogar, como libros, muebles y botellas, no han experimentado cambios significativos. Sin embargo, si analizamos los procedimientos de fabricación, comercialización y distribución, podríamos identificar transformaciones importantes. La mayoría de las escuelas se enfocan en preparar a los estudiantes para desenvolverse en sociedades futuras, donde la tecnología jugará un papel fundamental. Algunos padres comprenden esto y optan por adquirir dispositivos móviles de alta gama para sus hijos de 10 años, aunque controlan y restringen su acceso a contenido inadecuado o violento. A medida que estos niños crezcan, la tecnología seguirá evolucionando y las herramientas digitales podrían volverse incluso más indispensables que los zapatos que usamos hoy en día. En el futuro, las personas verán la información como algo habitual, lo cual les facilitará su trabajo, mantenerse informados, profundizar en sus intereses, asistir a eventos relevantes, realizar compras, gestionar su salud, y mantenerse en contacto con seres queridos. Esto nos impulsa a estar atentos a cómo avanzan estos procesos y, en especial, a motivar y ayudar a los jóvenes a aprender a navegar eficazmente en estos nuevos entornos en constante cambio.