El planeta se encuentra en un estado de expectación ante la posible respuesta de Israel tras el ataque de Irán en uno de los episodios más alarmantes del reciente conflicto en el Medio Oriente. Desde un enfoque económico, este evento podría revivir una crisis inflacionaria que parecía estar controlada y obstaculizar la disminución de las tasas de interés, especialmente en Europa.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dejó claro el martes pasado que Irán afrontará las consecuencias de su ataque con misiles. Por su parte, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, no demostró falta de compromiso con respecto a la amenaza, incluso mencionó el jueves que se había «discutido» la opción de bombardear los yacimientos petroleros de Irán, señalando que se esperaría la conclusión de las festividades judías para tomar una decisión definitiva.
Al mismo tiempo, Teherán ha advertido que su respuesta a cualquier represalia podría provocar «una amplia destrucción».
En el ámbito financiero, este clima de incertidumbre impacta los mercados, especialmente reflejado en el precio del petróleo. En los últimos cinco días, el barril de Brent ha subido un 6,2%, alcanzando los 77,19 dólares, un nivel que no se veía desde finales de agosto. Sin embargo, este precio está lejos de los más de 92 dólares que se registraron al inicio de esta nueva fase de tensiones en la región, en parte porque actualmente hay un excedente de petróleo a nivel mundial.
Un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) revela que, a mediados de septiembre, la demanda de petróleo está disminuyendo en Asia, especialmente en China. En otras naciones desarrolladas, la situación se describe como “débil”, con pronósticos que indican que, para finales de 2024, el consumo global estará cerca de dos millones de barriles por debajo de los niveles previos a la pandemia. En Estados Unidos, el principal consumidor de petróleo a nivel mundial, el consumo de gasolina ha disminuido en cinco de los primeros seis meses del año.
Aumento en los inventarios de petróleo
Recentemente, los inventarios de petróleo crudo en Estados Unidos se incrementaron en 3,9 millones de barriles, alcanzando un total de 417 millones. Esto contrasta con las expectativas que apuntaban a una reducción de 1,3 millones. Según analistas de ANZ, este aumento respalda la idea de que el mercado está adecuadamente abastecido y puede manejar diversas interrupciones.
Después de un período de recortes en la producción, Libia ha vuelto a incorporarse al mercado. La AIE había señalado previamente que, pese a los límites de producción impuestos por algunos países de la OPEP, existe un excedente de petróleo a nivel global. Este surplus se atribuye a la drástica caída de la demanda en China y a un estado “débil” del consumo en otras partes del mundo. Analistas de Goldman Sachs indicaron que, aunque persisten riesgos geopolíticos, estos son moderados, en gran parte debido a la capacidad de producción excedente y a las limitadas interrupciones en la producción reciente.
Infraestructuras esenciales.
El hecho de que el mundo reduzca su consumo no implica que el petróleo deje de ser fundamental para los países del planeta. El verdadero riesgo no radica tanto en la posibilidad de perder los cuatro millones de barriles diarios que Irán produce, incluso si se destruyen todos sus yacimientos, sino en cómo podría reaccionar el gobierno de Teherán ante un hipotético ataque por parte de Israel. Según Goldman Sachs, “la paralización del comercio representaría el escenario más inquietante para los mercados y cualquier escalada en las tensiones lo haría aún más plausible”. Similar preocupación es compartida por los analistas de Mitsubishi UFJ Financial Group y S&P.
El estrecho de Ormuz es crucial, ya que por allí transita el 30% de la producción mundial de petróleo y el 20% del comercio de gas natural licuado. Irán tiene el control sobre este pasaje vital, lo que podría generar una crisis energética, principalmente en Europa. Si Teherán opta por utilizar esta influencia, Occidente, en especial Europa, tendría razones para alarmarse, poniendo en riesgo el equilibrio que ha logrado en la inflación. Esto podría dar paso a un aumento de precios y un retorno a la subida de las tasas de interés en un futuro cercano.