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La corrupción carece de relevancia

Hace tiempo, el profesor Enrique Tierno Galván me mencionó que los ciudadanos parecen aceptar un nivel moderado de corrupción con tal de no involucrarse demasiado en asuntos públicos. Los gobiernos no suelen preocuparse, siempre y cuando los abusos no sean demasiado evidentes y la economía se mantenga en un estado saludable.

En otras palabras, a medida que mejora la situación económica, los problemas ocultos pasan desapercibidos.

Contrario a lo que piensan algunos sectores más tradicionales, la actual coalición progresista no se encuentra acorralada por los escándalos que rodean al presidente. Las denuncias que afectan a su esposa, su hermano y su cercano colaborador José Luis Ábalos (la situación Koldo) no son lo suficientemente graves como para que él deba abandonar su cargo en La Moncloa.

Según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), las acusaciones de corrupción no están debilitando el apoyo hacia el Partido Socialista. Si bien es verdad que su imagen se está viendo algo afectada, eso no significa que se vea obligado a convocar elecciones anticipadas. Para la mayoría del público, los escándalos actuales no son comparables con casos de mayor envergadura como Gürtel o los ERE de Andalucía. Para muchos votantes, son más bien incidentes menores.

Esto se evidencia en el último estudio del CIS, bajo la dirección de José Félix Tezanos, que indica que la corrupción y el engaño no están influyendo negativamente en el apoyo hacia el PSOE. De hecho, en lugar de disminuir, su apoyo está aumentando en comparación con el Partido Popular.

La encuesta revela que la corrupción ya no es una de las principales inquietudes de los votantes. La población es práctica y su mayor temor radica en que en los últimos dos años han llegado más de un millón de inmigrantes a España; estas personas necesitan un lugar donde residir y, dado que no hay suficientes viviendas, los precios han aumentado considerablemente. Por lo tanto, la mayor preocupación es la posibilidad de que se genere una nueva burbuja en el mercado inmobiliario.

Según este análisis social, el engaño tampoco parece ser una preocupación destacada. Sánchez tiene la capacidad de modificar su postura sobre la amnistía, la financiación especial para Catalunya o incluso la viabilidad de negociar los presupuestos para 2025. Su nuevo jefe de gabinete, Diego Rubio, se refiere a esto como “la ética del engaño”, implicando que los resultados justifican los métodos usados.

Es muy probable que en poco tiempo se vean concesiones del Gobierno a Junts y lo mismo podría aplicarse a otros aliados del bloque de investidura, como el PNV, ERC, Bildu e incluso Podemos y Sumar. Lo crucial es asegurarse su apoyo y aprobar el límite del gasto, sin importar lo que cueste para las arcas del Estado. El déficit puede ser ignorado temporalmente. Algunos comienzan a llamar a esta situación el “socialismo de alpiste”… mientras haya recursos, habrá respaldo.

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