La incertidumbre política en Francia está provocando vibraciones en sus finanzas gubernamentales. A raíz de la reciente formación del gobierno del conservador Michel Barnier, la situación aún no ha encontrado estabilidad. Los inversores muestran preocupación ante la perspectiva de un estancamiento legislativo que obstaculice la implementación de medidas destinadas a reducir el déficit.
Ante semejante panorama, el riesgo soberano de Francia se iguala con el de España en deuda a 10 años, mientras que a 5 años, el nivel de riesgo francés es incluso mayor. Tal fenómeno no se había observado desde la crisis financiera del 2008.
El riesgo soberano mide el coste adicional que un país debe pagar para pedir prestado un monto en comparación con lo que Alemania debe pagar como referencia por ser considerado más seguro y aportar menor rendimiento. Esto se calcula mediante el rendimiento de la deuda de este país. Actualmente, el rendimiento del bono español a diez años se situó en el 2,929% y el francés en el 2,913%, mientras que el bono alemán a largo plazo terminó en el 2,145%. De este modo, el riesgo soberano francés se colocó en 76,8 puntos en comparación con los 78,4 puntos españoles. Además, el rendimiento del bono español a cinco años superó al francés: el español acabó en el 2,415% y el francés en el 2,46%, en tanto que el alemán cerró en 1,963%. El riesgo soberano español estaba en 45,2 puntos y el francés en 49,7 puntos. Según un reciente informe de Generali Investments, Francia será un factor clave en el sentimiento del mercado de bonos no core de la zona euro.
Según la opinión de expertos, el posible nuevo gobierno tecnocrático tendrá como desafío principal ofrecer un proyecto para el presupuesto de 2025 a principios de octubre. Esto parece ser al menos un desafío difícil, teniendo en cuenta la falta de mayoría en el parlamento, por un lado; y la obligación de adherirse a las nuevas reglas fiscales de la UE, por otro. En este contexto, se observa que la tasa de riesgo que un país debe pagar depende de la solidez del crecimiento y de las políticas fiscales a largo plazo. Señalan que Francia aún debe progresar en este aspecto. Los inversores dudan que el nuevo gobierno de Barnier puede aplicar medidas para enfrentar el déficit.
El excesivo déficit es el desafío más importante para el gobierno de Barnier. Tras acabar 2023 con un déficit del 5,5%, se espera que en 2024 se eleve a 5,6%, lejos del tope del 3% que la Comisión Europea establece. Los inversores cuestionan si con el crecimiento de la ultraderecha y de la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon, el Gobierno será capaz realizar los recortes requeridos para bajar el déficit público. Todo esto sucede mientras el país se encuentra altamente endeudado, con una tasa de 111% del PIB. Además, la economía está pasando por un momento difícil. El segundo trimestre muestra un aumento del 1%, cinco décimas inferior al del primer trimestre. En 2023, el PIB francés creció un 0,9%.
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