La Reserva Federal (Fed) de los Estados Unidos reveló este miércoles, al finalizar su encuentro bi-diario, que las tasas de interés disminuirán medio punto para establecerse entre un 4.75% y un 5%. Esta medida constituye la primera reducción en el último cuatrienio y es el primer indicio de un cambio de dirección desde que se inició la lucha contra la inflación post pandémica en marzo del 2022, suponiendo así un recorte a su previa postura combativa.
Este escenario se veía venir. Se tenía la impresión de que la inflación había menguado lo suficiente para empezar a relajar las medidas. Por lo tanto, ha llegado el día en que la Fed pone fin a más de dos años de una política monetaria estricta, un cambio de paradigma que todos los expertos auguraban.
La incógnita era si la reducción sería de 25 o 50 puntos base, el límite que diferencia entre un aterrizaje suave y el temor a que mantener las tasas en el rango del 5,25%-5,50%, el más alto en dos décadas, hubiera sido más perjudicial que beneficioso, a raíz de las señales de fragilidad en el mercado laboral que se han detectado recientemente.
Sin embargo, existía un consenso en que había más indicios de un aterrizaje suave que lo opuesto. La firmeza preocupa a varios. Algunos economistas indicaron previo a la reunión que especular sobre las decisiones de los gobernantes del banco central norteamericano era prácticamente comparable al “lanzamiento de una moneda al aire”.
Las tasas de interés, que tienen un gran impacto en el costo de los préstamos, pueden asfixiar la economía cuando son altas, o estimularla cuando se rebajan.
En agosto, los resultados del sector minorista superaron inesperadamente las proyecciones, y la resilencia de los consumidores, junto con el enfriamiento de la inflación (que bajó al 2,5%, la tasa más baja desde febrero de 2021), complicaron el panorama económico que de por sí se mantenía fuerte. Aunque la mayoría de los expertos y los líderes de la Reserva Federal anteriormente parecían inclinarse por un recorte de 25 puntos básicos, las señales mixtas que surgieron este verano, incluyendo un lunes negro en agosto para los mercados globales, comenzaron a alimentar los presagios en Wall Street de un posible recorte más drástico de 50 puntos básicos. Pese a que la tasa de desempleo es del 4,2% – considerada históricamente baja – ha venido incrementándose en cuatro de los últimos cinco meses. En el consenso general se reconoce que esta política monetaria tardará en tener un efecto palpable en la vida diaria de los negocios y de los ciudadanos. Todo parece indicar que dicho impacto no se manifestará claramente antes de las elecciones presidenciales de noviembre, aunque seguramente influirá. Para los analistas, es probable que el recorte, y el impulso que puede dar a los mercados, refuerce la percepción positiva acerca de la economía, lo cual podría beneficiar a la demócrata Kamala Harris. Sin embargo, esto revalidaría las aseveraciones del republicano Donald Trump de que la Fed es un instrumento político que actúa para apoyar a su contrincante. No se debe olvidar que el presidente de la Fed, Jerome Powell, fue nombrado por Trump. Tanto la Reserva Federal como Powell han insistido en que se trata de una entidad independiente y no partidista. Este es el escenario que los consumidores anticipaban y que finalmente se ha materializado.
Aun cuando la idea de poseer una casa parece inalcanzable para muchos ciudadanos en Estados Unidos, los expertos sugieren que la reducción en los costos de préstamos podría motivar un retorno gradual al mercado de bienes raíces. Para quienes ya tienen compromisos de hipotecas mensuales, es improbable que vean ahorros inmediatos. No obstante, podrían experimentar beneficios a largo plazo si las tasas de interés continúan disminuyendo. Respecto a la industria automotriz, ya mostraba un descenso aunque sus niveles eran aún elevados, quedando claro que las casas de automóviles pueden introducir más incentivos para atraer compradores aprovechando la disminución en los costos de préstamos, aun cuando se prevé que el impacto no se evidenciará inmediatamente. Asimismo, los intereses de las tarjetas de crédito, que son parte esencial en la vida de muchos estadounidenses, también disminuirán una vez que la Reserva Federal intervenga, aunque esto no será inmediato y dependerá de las compañías emisoras de estas tarjetas. Una serie de elementos de la economía interna serán impactados, aunque los expertos recalcan que no se dará de forma repentina o con un efecto muy marcado. Por lo menos, no en el corto plazo.