El crecimiento económico previsto por el Banco de España continúa de manera sólida. En junio ya se había revisado al alza la previsión del PIB para este año, y ahora, en septiembre, con más información acumulada, ha aumentado aún más, hasta el 2,8%.
Esta cifra supone un incremento de medio punto porcentual respecto a la anterior estimación, es decir, un 0,3% más que el crecimiento registrado el año pasado, y también supera la proyección del 2,4% manejada por el Gobierno. Las primeras estimaciones de la entidad con José Luis Escrivá como gobernador se basan en un fuerte aumento en el primer semestre, que se mantendrá, aunque a menor velocidad, durante el resto del año.
Sin embargo, esta previsión coloca al banco entre los más optimistas.
El ajuste al alza se debe a dos factores: principalmente, a un crecimiento mayor al anticipado en los últimos trimestres, aunque también ha contribuido una mejora en el desempeño del sector externo en la segunda mitad del año. Por un lado, la nueva información incorpora un aumento mayor en los dos últimos trimestres de 2023 y ahora, para el tercer trimestre, el Banco de España estima un crecimiento del 0,6%. En otras palabras, la economía sigue dinámica, pero a un ritmo más lento. El segundo factor en esta revisión al alza es una mejoría en el sector externo, impulsada por el turismo y una menor dependencia energética debido al aumento en la producción de energías renovables.
Los impresionantes resultados de los últimos trimestres, junto con el sector externo, son las razones que explican este ajuste al alza. “El sector externo ha sido una sorpresa positiva, mientras que la fragilidad del consumo doméstico y la inversión nos han sorprendido negativamente”, afirmó Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística del banco, durante la presentación de estas previsiones. Agregó que se espera un crecimiento robusto para el tercer trimestre, aunque hay indicios de una desaceleración.
El Banco de España ha incrementado sus previsiones de crecimiento para 2025 a un 2,2% y para 2026 a un 1,9%. Este ajuste está respaldado por una serie de elementos, entre los que destacan un relajamiento progresivo de las condiciones de financiamiento, una recuperación continua de las economías europeas, un incremento poblacional, un fortalecimiento de los ingresos reales debido a una inflación más baja y una mayor implementación de los fondos europeos.
Focalizándonos en el período más inmediato, el tercer trimestre del año en curso, el Banco de España estima un crecimiento del 0,6%, una cifra levemente menor en comparación con los dos períodos anteriores, dada la bajada en la agilidad de los indicadores laborales y de confianza. De la misma forma, la Encuesta sobre la Actividad de las Empresas (EBAE) indica un debilitamiento en las ventas de las compañías entre julio y septiembre. No obstante, el consumo doméstico sigue evidenciando una recuperación, como muestran los datos de los créditos al consumo y el aumento del comercio minorista.
La actividad económica presenta una ralentización con un crecimiento previsto del PIB del 0,6% en el tercer trimestre. El informe del Banco de España resalta que a pesar de la recuperación, el consumo familiar sigue siendo débil y todavía se mantiene por debajo de los niveles previos a la pandemia, quedando tres puntos por debajo del nivel de 2019. Por otro lado, el consumo agregado ya supera los niveles pre-pandémicos, gracias al aumento de la población, aunque refleja debilidad, y no se anticipan cambios importantes en lo que resta del año, según indica Ángel Gavilán.
Al profundizar en los datos, se observa que la disminución en el consumo se concentra principalmente en la adquisición de vehículos y otros bienes durables y semidurables. Al observar el consumo por grupos etarios, todos están por debajo del nivel de consumo de 2019, con la excepción de las personas de 65 años o más, quienes de hecho gastan más que en la fase pre pandémica. Esto sugiere que han logrado mantener su nivel de ingresos. Otro aspecto a notar es que la tendencia de consumo es más negativa en hogares de alta renta y aquellos donde el jefe de familia es de origen extranjero. En concreto, el aumento del porcentaje de población extranjera y su menor consumo contribuye en parte a la débil media del consumo por hogar.
Se espera que la inflación se modere hasta el 2,1% en el 2025. En lo que respecta a este indicador, el Banco de España anticipa que irá bajando gradualmente, y se estima que llegue al 2,9% este año, para posteriormente disminuir al 2,1% en el 2025 y el 1,8% en el 2026. Se proyecta una tendencia descendente que también afectará a la inflación subyacente, que se espera que finalice este año en el 2,8%.
En relación al empleo, continuará creciendo, pero a una velocidad más lenta que en los últimos trimestres, lo que también conducirá a una disminución de la tasa de desempleo hasta el 11,5% este año. Este descenso en el desempleo se ve obstaculizado por varios factores: un ritmo de creación de empleo menos potente, un incremento pronunciado de la población activa y el envejecimiento de la fuerza laboral, lo cual reduce la fluidez en este mercado. Además, el estancamiento observado en los últimos doce meses en el número de personas desempleadas por largos periodos sugiere que este problema ya es estructural. Como consecuencia, en 2026, se espera una tasa de desempleo que se mantenga cercana al 11%.
El Banco de España sostiene que, para acatar las reglas europeas que se implementarán en 2025, se requerirá un reajuste presupuestario de 0.5 décimas anuales en los siguientes ciclos financieros. Este cambio podría resultar en una cierta desaceleración económica. Este es uno de los peligros que se mencionan en el informe de previsiones de crecimiento para los años 2025 y 2026 en lo que se refiere a las tendencias a la baja.
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