El viaje que realizó Pedro Sánchez a China puede tener un impacto significativo en una de las propuestas más polémicas de la Comisión Europea en tiempos recientes, la de introducir aranceles adicionales de entre 17% y 36% (sobre un ya impuesto 10%) a los automóviles eléctricos provenientes de China.
Frente a la conjeturada amenaza para la industria porcina española y la preocupación expresada por Seat acerca del efecto perjudicial de estos nuevos aranceles, hay ahora la claramente articulada solicitud del presidente chino, Xi Jinping, para que Sánchez adopte una «actitud constructiva» ante las advertencias de una potencial guerra comercial.
Todos estos factores parecen haber influido en España, que ahora cambia su postura sobre los aranceles, y busca también el respaldo de Alemania.
En una visita a instalaciones de la empresa vasca Mondragon cercanas a Shanghai, Sánchez instó ayer a Bruselas a ‘revisar’ su propuesta arancelaria, la cual será precisa en octubre. Antes de plantearla, la Comisión Europea sondeó a los países y logró obtener el apoyo de España, Francia e Italia.
«No necesitamos una guerra adicional, en este caso una guerra comercial. Creo que tenemos que construir puentes entre la Unión Europea y China, y desde España seremos constructivos e intentaremos hallar un compromiso entre China y la Comisión Europea», declaró el presidente del Gobierno.
Después de la imposición de los primeros aranceles en la UE a principios de julio, el gobierno chino respondió con una investigación a la industria porcina europea que afecta principalmente a España, que es el principal exportador de cerdo al país asiático, con ventas que superan los 1.200 millones de euros.
En respuesta a la propuesta de más gravámenes europeos, mucho más altos que los primeros, Beijing respondió anunciando una nueva represalia, esta vez contra los productos lácteos, con principal énfasis en los subsidios que otorgan a sus agricultores países como Irlanda, Bélgica o Austria.
Bruselas ha adoptado una postura similar a la de Estados Unidos, siendo esta última la primera gran área mundial que impuso una penalización a los vehículos eléctricos chinos. Tanto el arancel estadounidense como el que Canadá estableció posteriormente equivalen al 100% del valor del automóvil.
Un pronunciamiento reciente del liderazgo español fue respaldado por el Gobierno de Alemania. Un representante del canciller alemán, Olaf Scholz, enfatizó que Berlín comparte la opinión mantenida por Sánchez, aunque es notable que Alemania se abstuvo cuando Bruselas les consultó sobre los aranceles.
La posición oficial europea no ha sido respaldada en ningún momento por la industria automotriz de la región. Por el contrario, han criticado estas decisiones cada vez que han tenido la oportunidad. Wayne Griffiths, CEO de Seat y Cupra, ha mostrado su desacuerdo acerca de la propuesta, argumentando que los «aranceles a los automóviles chinos comprometen a la marca Cupra», en gran medida porque el grupo produce su modelo Tavascan en China.
La propuesta de Bruselas establece aranceles específicos para cada fabricante. En el caso de SAIC, la empresa matriz de MG, estos llegarían a ser del 36%, en contraposición al 17% para BYD, otro fabricante que está invirtiendo significativamente en la UE. Los Cupra Tavascan producidos en China llevarían un arancel del 21% sobre su valor, comparado con el 19% para los Tesla fabricados allí. Estos porcentajes serían adicionales al 10% ya existente.
Sánchez se ha reunido en China con SAIC, una empresa que contempla la opción de establecer una planta de producción en Europa y está evaluando la factibilidad de hacerlo en España, donde Chery ya ha establecido operaciones. Esta medida también podría ser una estrategia para eludir posibles tarifas. Además, el viaje resultó en un compromiso de inversión de casi 900 millones de euros por parte de la corporación china Envision en el sector del hidrógeno verde en España. Esta misma corporación está al frente del desarrollo de la fábrica de baterías en Extremadura.
