En sus discusiones con los líderes de los Veintisiete para formar el nuevo elenco de comisarios europeos, Ursula von der Leyen expresó claramente sus intenciones. Deseaba personalidades de alto calibre político (exmandatarios, ministros, exfuncionarios de alto rango), con una trayectoria comprobada en la gestión y ejecución, y una proporción considerable de mujeres para formar una Comisión Europea equitativa, tal y como ha sucedido casi al final de su mandato actual.
Aunque no se le ofreció la elección entre un candidato femenino y uno masculino, el Gobierno español cumplió nombrando a Teresa Ribera, la tercera vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, una mujer y una persona, además de ser máxima confianza de Pedro Sánchez, como candidata.
El presidente del Gobierno ha declarado que ella «posee el potencial para alcanzar lo que se proponga». Su afiliación política, como la principal representante de la familia socialista europea en el próximo gobierno comunitario, la colocaba en una posición ventajosa respecto a otros candidatos para obtener una vicepresidencia en la nueva Comisión. Por todas estas razones, desde el principio, Von der Leyen ha estado segura de que le reservaría un papel destacado en su próximo equipo a la candidata de la cuarta economía europea. No obstante, el delicado equilibrio que se ha de mantener en el organismo ha requerido la creación de un espacio a medida para Ribera. En la última propuesta planteada por Von der Leyen se prevé asignar a Ribera la cartera de Competencia, una de las más deseadas debido a su gran impacto regulatorio y económico. Sin embargo, con un enfoque más integral que el que se presenta en su equipo actual, de manera que se vincule con responsabilidades en el campo de la transición energética, que Bruselas también podría reforzar a través de posibles cambios en su política de ayudas estatales, que también serían responsabilidad de Ribera.
Antes de que todo esté asegurado, nada en esta ciudad está garantizado, advierten en Bruselas. En sus primeras declaraciones, el gobierno propuso una cartera vinculada directamente al clima y la energía, con un enfoque social, el campo de su candidata. Sin embargo, las posturas de Ribera sobre la energía nuclear surgieron rápidamente como una barrera para sus ideas, especialmente en Francia, una debilidad que pudo haber dificultado su audiencia en el Parlamento Europeo (todos los candidatos deben ser examinados por los parlamentarios, quienes tienen el poder de rechazarlos). Por otro lado, el Partido Popular Europeo (PPE) ha hecho campaña para suavizar la implementación del Pacto Verde y se ha opuesto a entregar esta cartera a los socialdemócratas de nuevo. Finalmente, un elemento adicional que alejó a la española de las responsabilidades directas en el sector de energía y clima fue la larga lista de candidatos con experiencia en este campo. Las últimas especulaciones apuntan a Jozef Sikela, actual ministro de Industria de la República Checa y defensor de la energía nuclear, como posible comisario europeo del sector. A pesar de que se espera que Ribera tenga el rango de vicepresidenta ejecutiva, junto a los representantes de las otras tres principales familias políticas europeas (PPE, Liberales y Conservadores y Reformistas), el gobierno prefiere no adelantarse a los hechos. Tal vez Maros Sefcovic, el socialista eslovaco y uno de los cinco comisarios que repiten, al insistir en mantener su rango actual de vicepresidente (no ejecutivo), podría llevar a Von der Leyen a mantener este puesto en la nueva estructura de la institución, a pesar de que se consideraba eliminarla.
Ribera, una mujer con un fuerte perfil político y parte de la familia socialista, disfruta de una buena posición en la Comisión Europea (CE). Ayer, Mario Draghi ofreció ciertos comentarios destinados al encargado de Competencia en la próxima comisión. Según su reporte, la política de Competencia debería seguir evolucionando con las transformaciones económicas, de tal modo que no obstaculice los objetivos de la UE y su crecimiento. Draghi aconsejó que las futuras decisiones tengan en consideración dos nuevos aspectos: innovación y resiliencia. Sugirió que las ayudas públicas se limiten a “proyectos de interés mutual y transfronterizos” y que el resto se deba limitar, ya que provocan mayor fragmentación en el mercado interno. Asimismo, recomendó que las decisiones en materia de competencia se tomen con un enfoque más a largo plazo, teniendo en cuenta su potencial contribución. Sugirió suavizar las reglas para tecnología y defensa para facilitar su crecimiento. En resumen, para aumentar su productividad, la UE debería “sincronizar” su política industrial, comercial y de competencia, según el informe Draghi, una perspectiva que podría ser implementada ya en el diseño del portafolio que Von der Leyen está considerando asignar a Ribera.