El asunto de disminuir las emisiones de CO2 en España generalmente se focaliza en vehículos eléctricos y fuentes renovables de energía, como si estas fuesen las únicas soluciones disponibles. Aunque, la verdadera situación implica que no podemos descarbonizar nuestra economía únicamente a través de la electricidad.
Se requerirán soluciones adicionales como el hidrógeno, combustibles renovables e incluso tecnología de captura, utilización y almacenamiento de carbono, también conocidas como tecnologías CCUS. Actualmente, la captura y almacenamiento de CO2 es una de las opciones principales para evitar las emisiones de industrias intensivas energéticas como la del cemento, acero, hierro, química, refinación o fertilizantes, las cuales son de importancia estratégica para nuestro continente.
Generalmente se ha comprendido, especialmente en la UE, la relevante influencia de las tecnologías CCUS en la estrategia de descarbonización. Precisamente, Bruselas tiene como meta una capacidad de captura de 50 millones de toneladas de CO2 para 2030 y 280 millones para 2040. Además, también ha solicitado a todos los países establecer objetivos concretos para los próximos años. Sin embargo, cabe contrastar el entusiasmo de la UE con la aparente falta de interés de las autoridades españolas hacia estas tecnologías. La propuesta de actualizar el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 en España solo incluye un uso «limitado» en ciertos sectores industriales donde no existan alternativas a los combustibles fósiles. Aún se espera que se establezcan normativas para permitir la gestión del carbono capturado y su transporte a otros países, lo que es indispensable para que los proyectos españoles puedan acceder a los fondos otorgados por la Comisión Europea.
Frente a esta situación, existe un riesgo considerable de que nuestro país se quede rezagado en la adopción de tecnologías CCUS en su sector industrial, las cuales requieren de inversiones a largo plazo y solo podrán ser implementadas exitosamente mediante una cooperación sólida entre el gobierno y las empresas privadas. Es imperativo que adoptemos una regulación más proactiva y estable, que respalde de manera decidida la captura y almacenamiento de CO2, para seguir el camino marcado por países de nuestra región como Dinamarca, Italia y Países Bajos, que ya han aprobado sus primeros proyectos, o Alemania, que recientemente ha dado su aprobación a su propia estrategia de manejo del carbono. No podemos permitir que España se quede a la zaga en la implementación de estas innovadoras tecnologías, que ya se están implementando en más de 700 proyectos alrededor del mundo. El futuro de nuestra industria está en juego, y es esencial que se adopten estas tecnologías para minimizar las emisiones de CO2 y mantener la competitividad. Además, su adopción será vital para asegurar la continuidad de un sector estratégico para nuestra nación, conocido por su robusta capacidad de exportación, sus altos niveles de inversión en investigación y desarrollo, y, sobre todo, por generar empleos de alta calidad y estables.