Aunque Harvey M. Schwartz, nacido en 1964 en Nueva Jersey, aún no ha pisado suelo español, es uno de los personajes clave del ambiente digital en España este verano. Como CEO de Carlyle, se convierte en la figura representativa del fondo estadounidense que en agosto adquirió el 60% de Seidor, la consultora tecnológica más destacada de Cataluña y una de las principales de España.
Con una plantilla de 9.000 personas, Seidor tiene una facturación anual aproximada de 900 millones de euros. La familia Benito, que mantiene el 40% de la propiedad, busca expandir aún más globalmente el negocio que fundó en Vic en 1982 con esta adquisición.
Carlyle, a pesar de que Schwartz pueda ser una figura no muy conocida en España, tiene una presencia notable. En 2018, el fondo adquirió Codorníu, una decisión que causó un gran impacto en la industria del cava. También posee participaciones significativas en empresas como Cepsa, Altadia, Garnica y en el pasado, Applus. Carlyle hizo su debut en España en 2004 con la adquisición de la empresa gallega Saprogal. Desde entonces, ha invertido cientos de millones en el país. Actualmente, gestiona más de 430.000 millones de euros en activos, situándose como uno de los mayores fondos de capital privado del mundo, en la misma liga que Blackstone, Apollo y KKR.
Por lo tanto, Carlyle es un actor clave en compañías de peso en España como Seidor, Codorníu, Cepsa, entre otras.
Schwartz, quien se encargó de supervisar la adquisición de Seidor, asumió el papel de líder en Carlyle hace tan solo un año y medio. Con un título en Economía de la Universidad de Rutgers y un MBA de la Universidad de Columbia, Schwartz ha construido su carrera en los niveles más altos de la banca privada de inversión, particularmente en Goldman Sachs. Sin embargo, su camino no fue siempre fácil. Como adolescente, experimentó la trágica pérdida de su madre y fue criado por su padre, un científico que lidiaba con una enfermedad mental. De joven, Schwartz tuvo una variedad de trabajos, incluyendo instructor de fitness, empleado de una carnicería y portero de discoteca, antes de encontrar su vocación en el ámbito económico. Después de obtener su licenciatura, se unió a J.B. Hanauer & CO, luego a Citigroup, y finalmente ingresó a Goldman Sachs en 1997, donde trabajó hasta 2018. Durante su tiempo en este banco, tuvo una destacada carrera, llegando a ser presidente y codirector de operaciones, director financiero y codirector mundial de la división de valores.
Después de dejar Goldman Sachs, Schwartz se unió a Carlyle, que lo nombró CEO en 2023 para acabar con un periodo tumultuoso en el que la empresa luchó por encontrar un sucesor adecuado en la dirección. Personas cercanas a la empresa aseguran que Schwartz continúa con la filosofía que siempre ha caracterizado al fondo, invertir a largo plazo y no de forma oportunista. Carlyle, fundado en Washington en 1987, comenzó realizando inversiones industriales en sectores regulados como las telecomunicaciones. Hoy en día, la empresa ha evolucionado hasta convertirse en una potencia de la inversión generalista, abarcando desde la tecnología hasta la comida y la industria. Schwartz tiene la tarea de conseguir más financiamiento y aplicar recortes para mejorar los márgenes operativos de la empresa, ya que su desempeño no se está igualando con el de sus competidores.
Schwartz solicitó un período para probar su valía y, hasta ahora, su esfuerzo es reconocido por los inversionistas. Desde el momento en que asumió su posición, la valoración de Carlyle en el Nasdaq ha registrado un crecimiento aproximado del 13%. Schwartz también dedica su tiempo a apoyar temas sociales, con un enfoque particular en las enfermedades mentales. Es un miembro activo de la organización One Mind, además de participar en otras acciones filantrópicas. En 2020, se involucró activamente en política, donando 100.000 dólares a la campaña de Joe Biden. Aunque está interesado en diversos temas, su fervor por las finanzas prevalece, prestando su asesoría al The Bank of London y a una fintech del Silicon Valley, y sobretodo a Carlyle, una potencia en inversiones que sigue ganando terreno en el país.