Resulta alarmante e inesperado, pero a la vez predecible, que los dos principales representantes políticos de España permitan el deterioro de instituciones que constituyen el cimiento del estado. Este comentario no se refiere al Consejo General del Poder Judicial, sino específicamente al Banco de España.
Hace más de dos meses que nos encontramos sin un líder en esta institución. Podemos argumentar que su ausencia no se siente por la notable pérdida de influencia que ha sufrido en el clima financiero actual, bajo la política monetaria del BCE.
Sin embargo, creo que es deplorable permitir que una entidad con completa autonomía dentro de su marco legal, no tenga una figura líder para representarnos internacionalmente. Los líderes interinos no son una solución idónea. Dañan la reputación, generan chismes y no brindan estabilidad a decisiones significativas. Estoy bastante familiarizado con esta institución tras prestarle mis servicios durante doce años y recordar la gestión de los cuatro gobernadores que he tenido el placer de conocer: Jaime Caruana, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Luis María Linde y Pablo Hernández de Cos. Algunos han demostrado más distinción que otros, ya sea por su independencia inicial o la obtenida a través de su trabajo. Sin duda, algunos han tenido una influencia política y secreta mayor que otros, pero todos ellos han estado comprometidos con el Banco de España con variados grados de éxito. No son posiciones que se buscan adquirir para hacer fortuna, en palabras del famoso Zaplana, sino para conservar tanto su reputación personal como la de la institución. Actualmente, el Banco necesita reestructurar su sistema de inspección para equilibrar el impacto de los oficiales de Frankfurt con los de la guardia senior del Banco. Por esto, un curriculum impresionante no es suficiente si está manchado por las acciones partidistas de un gobierno específico. Solicito que se concrete el nombramiento de un representante catalán en esta institución. Los partidos políticos que no pueden llegar a acuerdos no son capaces de consensuar al próximo gobernador.
Aún no se ha encontrado un perfil adecuado y consensuado para nombrar al representante de la denominada quota catalana en el Consejo de Gobierno del Banco de España, una tarea que ya lleva esperando un año. Es inaceptable que el Govern de la Generalitat en manos de ERC no haya podido identificar a un candidato con un nivel mínimo de aceptación común. Esta situación no se debe a su rechazo a tener representación en esta institución, ignorando así las viejas estructuras del Estado español, sino a inseguridades políticas. Me arriesgo a equivocarme, pero viendo la urgente necesidad de solucionar este atasco, temo que, al igual que hizo en su momento el PP, el gobierno del PSOE nombra a una de sus propias personas, dejándola así invalidada para el resto. Al menos pido que la nueva normalidad catalana concreta la elección del representante catalán. De lo contrario, alguien podría terminar olvidando por completo este privilegio que Catalunya ha tenido, con catalanes como Núria Mas, Joaquim Muns, Alfred Pastor o Eugenio Domingo. No podemos permitir que el astuto PNV se apropie de la quota no estatutaria en futuras negociaciones. No se puede buscar reconocimientos mientras se descuidan los que ya se han obtenido.