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¿Un descenso tranquilo?

En el ámbito económico, los términos en inglés, o anglicismos, son muy comunes, tal como sucede en otros campos laborales. Un ejemplo es el concepto ‘aterrizaje suave’ que se traduce de ‘soft landing’. Esta frase evoca la posibilidad de eliminar la inflación elevada sin afectar el crecimiento económico, es decir, un ajuste gradual y amable de la actividad económica.

A pesar del temor inicial en agosto, los indicadores de las recientes semanas han mostrado una tendencia positiva, creando un ambiente de alivio tanto en los Estados Unidos como en Europa. Parece que el ‘aterrizaje suave’ en las economías occidentales tras un notable episodio inflacionario es ya una realidad.

Sin embargo, aunque pueda ser considerado como pesimista, debo afirmar que aún no veo esta situación como una certeza y que es demasiado pronto para celebrar. Como los razonamientos optimistas sobre la inevitabilidad de la desinflación ya han sido ampliamente divulgados, prefiero enfocarme en explicar mi escepticismo. El panorama se presenta de la siguiente manera: los precios de los servicios y los costos laborales continúan en aumento por lo que es prematuro considerar que hemos vencido a la inflación. Para empezar, consideremos la tasa de desempleo de la economía más grande, la de Estados Unidos. Si bien el desempleo se mantiene en niveles bajos, ha comenzado a incrementarse de manera significativa, lo cual normalmente antecede a las oleadas de desempleo (esto es conocido como la regla de Sahm, una observación histórica realizada por la economista Claudia Sahm). En segundo lugar, aunque la inflación ya se está acercando a la meta del 2%, la inflación subyacente aún no muestra el mismo comportamiento. El crecimiento del precio de los servicios todavía ronda el 4%, lo cual indica que los costos laborales continúan aumentando a un ritmo elevado. Esto refuerza el argumento de que la lucha contra la inflación aún no se ha ganado.

Por último, en anticipación a las futuras reducciones de las tasas de interés, las condiciones financieras están volviendo a suavizarse, sosteniendo tanto el crecimiento como las bolsas de valores, pero también generando presión de la demanda sobre la oferta. Los índices de condiciones financieras, como el de la Reserva Federal, indican una amplia liquidez a pesar de que las tasas oficiales todavía no han disminuido. Durante las próximas semanas se darán a conocer nuevas cifras de desempleo e inflación. Una posibilidad sería que los precios de los servicios continúen subiendo, lo que obligaría a la Reserva Federal a ser muy prudente en la reducción de las tasas de interés. Si esto ocurriera, la decepción en los mercados financieros podría desencadenar una disminución en el valor de las acciones y los bonos. Esta sería una situación adversa con miedo y una fuga hacia los activos más seguros. Si el ajuste es significativo y afecta la confianza de los consumidores y las empresas, lo que llevará a la reducción del consumo y la inversión, podría resultar en la recesión que se está intentando evitar. Un aterrizaje suave es viable, pero es una operación arriesgada, que requiere de mucha fortuna para atravesar el último tramo de la desinflación, el más estrecho. Continúo pensando que es poco probable, aunque podría terminar retractándome en el futuro. Como diría Churchill, es una dieta saludable.

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