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Transformar el rumbo de la empresa

Una vez me aconsejaron: «Si te encuentras con un problema y tiene solución, no deberías preocuparte. Y si no tiene solución, ¿para qué preocuparte?». En pocas palabras, preocuparse no es productivo. Cuando compartí este consejo en Twitter, un seguidor comentó: “Nos inquieta porque desconocemos si hay solución”.

Verdaderamente. Pero ahí está el quid, debemos evaluar si hay solución factible. Si la encontramos, la aplicaremos. Si todo va bien, el problema se resolverá. Si todo sale mal, puede que cierre la empresa. Pero los problemas no perduran. Preocuparse es ocuparse antes de tiempo.

Nos ocuparemos cuando sea necesario. Ahora es momento de ocuparnos. Para revertir una situación empresarial se necesita ocupación y eliminación del estrés. Necesitamos tranquilidad, mente despejada. Si tras este proceso no se encuentra solución, entonces la enfrentaremos. Y te aseguro algo: aunque no lo notes, tienes tiempo, más del que piensas. Un ejercicio útil: introspéctate, percibe tu situación desde otra perspectiva, otro país, desde los ojos de otra persona. Recuerda dónde estabas hace año y medio. Probablemente tenías problemas que parecían insoportables, y sigues aquí. Por ende, aunque te sientas presionado, el tiempo es relativo. En un congreso en Roma, un monje lama habló frente a 100 empresarios, nos dijo directamente: “Los problemas no existen”. La audiencia rió y murmuró. Un italiano junto a mí cuestionó: “Decir que los problemas no existen a un grupo como nosotros, es difícil de aceptar”. El lama reafirmó su postura y añadió: “Los problemas no existen. Solo hay situaciones.

Pueden ser mejores o peores, complejas o sencillas, agradables o desagradables, pero todas son instancias y escenarios que somos capaces de administrar y enfrentar. Si desde un inicio etiquetamos algo como problema, le estamos adjudicando un significado negativo antes de siquiera confrontarlo. No lo definas como un problema, defínelo como una situación. Interprétala, trata de comprenderla y decide cómo abordarla. Pero no lo denomines problema. Llámalo «situación». Eso es exactamente lo que sugiero a todos aquellos que perciban su empresa en dificultades. No hable de problemas. Examine y analice la situación. Esto cambiará la perspectiva del negocio.

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