En los últimos tiempos, el precio del aceite ha mostrado un incremento notable, generando un impacto directo en los gastos cotidianos de las personas, especialmente en las zonas donde es un ingrediente común en la cocina, como el mediterráneo. Sin embargo, pocos saben que este producto tiene un gran valor incluso después de ser usado, ya que se emplea como biocombustible.
Al mismo tiempo, si no se desecha de manera correcta, puede causar daños graves al medio ambiente. Desde el primer día del 2025, las autoridades locales estarán obligadas a implementar un sistema de recolección separada de aceite culinario usado. Esta iniciativa tiene como objetivo prevenir la contaminación del suelo y del agua, pues un solo litro de aceite canaliculado por el desagüe puede contaminar hasta 1,000 litros de agua.
Además, se busca poner fin a los costos elevados que involucra la purificación de aguas residuales. Existe un amplio margen para mejorar: se estima que una persona consume 2,5 litros de aceite al año (lo que suma 175,000 toneladas para todos los hogares catalanes), pero la Agencia de Residuos de Cataluña (ARC) estima que solo se recolectaron selectivamente 17,500 toneladas (aproximadamente el 10%) en 2022. El aceite de cocina usado de bares, restaurantes y hoteles sí se recoge de forma selectiva. En 2022, se logró recuperar 14,000 toneladas, igualando la cantidad total de residuos generados por el sector. El sector agroalimentario también casi recupera el 100% del aceite, con 6,500 toneladas recogidas selectivamente en 2022. Según la ARC, el éxito de estas acciones se debe al valor que el aceite tiene en el mercado y a la existencia de leyes que regulan tales actividades. El aceite usado de motores de vehículos y maquinarias industriales también es altamente valorado.
En 2023, el sistema español de gestión de aceites industriales usados, Sigaus, recogió y gestionó 18.970 toneladas de este desecho en Cataluña. Estos aceites provienen de aproximadamente 8.500 diferentes tipos de establecimientos, siendo el 55% de ellos talleres de reparaciones mecánicas. «Recogemos todos los desechos de aceite generados,» asegura Ainhöa Lizarbe Ortín, la directora de relaciones institucionales y comunicación en Sigaus. Según Sigaus, los aceites usados conservan en su composición los recursos necesarios para ser completamente reaprovechados y convertidos en nuevos productos, como lubricantes base o un tipo de combustible similar al fuel. El total recogido en Cataluña durante el año anterior fue procesado para su completo aprovechamiento, una vez separados los elementos no aprovechables como agua y otros sedimentos. De los desechos finalmente gestionados, el 97% fue destinado a un proceso de regeneración. Este es un proceso prioritario de acuerdo a la ley y permite transformar los desechos de aceite en lubricantes base, los cuales son componentes fundamentales en la producción de nuevos aceites industriales. Este proceso hizo posible reincorporar 11.518 toneladas de nuevos lubricantes al mercado, suficiente para llenar el motor de 2,8 millones de automóviles. Una alternativa de tratamiento para el aceite usado es su descontaminación para obtener un combustible llamado fuel BIA, que puede sustituir el fuel tradicional y usarse en centrales térmicas, hornos y diversas instalaciones industriales. A través de este proceso se aprovecho el 3% restante de los desechos recogidos. Sigaus calcula que el reciclaje de aceite usado reduce la necesidad de petróleo: se ahorraron 5,5 millones de barriles de petróleo gracias a la gestión realizada en Cataluña. Adicionalmente, se evitó la emisión de casi 12.600 toneladas de CO2 y se ahorraron 234 GWh de energía. «Somos un verdadero ejemplo de economía circular,» expresa con orgullo Lizarbe.
La encargada de comunicaciones y relaciones institucionales aclara que el valor financiero está directamente ligado al costo del petróleo.
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