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Las bolsas y el pájaro amarillo

John S. Haldane, un renombrado biólogo de origen británico que falleció hace aproximadamente un siglo, es famoso no solo por sus múltiples aportes a la ciencia, sino también por descubrir un método para prevenir accidentes causados por el monóxido de carbono en las minas.

Haldane propuso utilizar canarios, una especie de pájaro tremendamente sensible a este gas letal, para detectar su presencia tempranamente y proceder a la evacuación segura de la mina.

Este enfoque de anticipación es buscado también por inversionistas que han tratado durante años de encontrar su propio «canario» para prever las próximas recesiones económicas, dado que éstas tienen un efecto perjudicial en los valores del mercado de acciones.

Uno de los indicadores predictivos más usados es la pendiente de la curva de rendimientos, la cual refleja la tasa de interés para diferentes periodos de tiempo y generalmente tiene una pendiente positiva. Por ejemplo, si se presta a diez años, la tasa de interés es mayor que si la operación se realiza a uno o dos años. Históricamente, cuando la pendiente es negativa y las tasas a corto plazo son superiores a las tasas a largo plazo, ésto ha indicado una recesión inminente.

Contexto Actual

Recientemente, hemos experimentado una increíble recuperación tras la pandemia, la cual ha mantenido las tasas a largo plazo más bajas de lo esperado normalmente. Según los datos históricos de Estados Unidos, cada vez que ha ocurrido una recesión, previamente la curva de rendimientos ha mostrado una pendiente negativa. De igual manera, cada vez que la curva ha experimentado una pendiente negativa, ha habido una recesión. No se ha registrado ningún falso positivo ni falso negativo en el último medio siglo. Normalmente, entre 18 y 24 meses transcurrieron desde que la curva mostró una pendiente negativa hasta el reconocimiento oficial de que la economía estaba en recesión. En la actualidad, llevamos más de dos años con una curva de rendimiento anómala. ¿Será esta vez distinto?

Las recientes oscilaciones en el mercado de valores en agosto sugieren que es poco probable. En este caso, la fase de inclinación negativa fue excepcionalmente larga debido a varias razones singulares. Hemos experimentado una recuperación post-pandemia sin precedentes, impulsada por medidas fiscales extraordinarias y la compra masiva de bonos por las entidades bancarias centrales. Este último factor ayudó a mantener los tipos a largo plazo más bajos que lo esperado.
En las minas de carbón, la muerte de un canario por monóxido de carbono alertaba a los mineros. Sin embargo, con la curva de rendimientos y las recesiones, el problema no es tan simple ya que la correlación entre dos variables no implica una relación causa-efecto. Una curva con inclinación negativa es comúnmente el efecto de una política monetaria restrictiva para contrarrestar la inflación, y los tipos a largo plazo bajos reflejan la confianza del mercado en que los precios serán regulados y, en el futuro, los tipos serán reducidos de nuevo. No obstante, cuando se produce una recesión, la curva ya ha mostrado una inclinación positiva porque el banco central disminuye rápidamente los tipos para suavizar el declive económico. Esta excepcionalidad del escenario actual parece estar llegando a su fin. Durante algunos momentos de la crisis de este verano, la inclinación de la curva se posicionó en positivo por primera vez en mucho tiempo.

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