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Kelly Ortberg: Un ‘extraño’ viene al auxilio de Boeing

A pesar de haberse adentrado en un terreno peligroso, abandonando su retiro en la soleada Florida, surge la idea de que Kelly Ortberg, de 64 años, puede ser el salvador de la desastrosa situación en que se encuentra Boeing. Si tiene éxito, se convertirá en un mito.

Si fracasa, seguirá siendo un hombre acaudalado.

Esa es la interpretación que hacen quienes confían en el talento de Ortberg, el recién llegado, un ejecutivo estimado que nunca había trabajado en la gigantesca compañía de aviación estadounidense, y que ha sido contratado para liderar la recuperación.

La reputación y las ganancias de la empresa han caído estrepitosamente. Los días de grandeza son ahora meros recuerdos de calamidades.

A diferencia de su antecesor, un contador enfocado en los ingresos, Ortberg tiene sus raíces en la aviación. A primera vista, parece ser el peor ascenso en la historia, a menos que se considere lo que le ocurrió a su predecesor, Dave Calhoun, quien asumió en 2020 y el año pasado recibió 33 millones de dólares en compensaciones y otros 45 millones en su retiro, a pesar de todo lo sucedido. Algunos expertos critican su gestión como una ineptitud sobrevalorada.

Sin embargo, hay diferencias. Calhoum es un contador, acusado de estar muy enfocado en las ganancias y desconectado de la cultura de ingeniería de la empresa. El nuevo CEO es un profesional del sector, con un título en ingeniería mecánica y con toda su carrera en la industria de la aviación.

Aunque parezca que ha transitado en el mismo sendero que el caballo de Atila, que no dejaba crecer la hierba por donde pasaba, Ortberg enfrenta el formidable reto de restaurar la grandeza de una corporación estadounidense azotada por múltiples crisis simultáneas.

El ex director de Rockwell Collins, una compañía que suministra tecnología de aviación y de la que se retiró en 2021, ha dejado su retiro para liderar el histórico fabricante de aviones que está sufriendo pérdidas financieras y se enfrenta a numerosos desafíos, que se estima tardarán varios años en solucionarse.

El catálogo de problemas es extenso. Prácticamente ha perdido la mitad de su valor en acciones. La compañía está realizando grandes gastos y haciendo enfadar a sus clientes. Actualmente, está siendo objeto de múltiples investigaciones federales, incluyendo un caso criminal tras la pérdida de una puerta de emergencia en pleno vuelo en enero, lo que estuvo a punto de resultar en un suceso trágico. Los problemas con su apuesta por el 737 Max, que tuvo dos accidentes en los que fallecieron 346 personas en 2018 y 2019, están ampliamente documentados. Además, ha experimentado dificultades con contratos defensivos, habiendo perdido 913 millones en el segundo trimestre de 2024. Por si fuera poco, los dos astronautas que viajaron a la Estación Internacional en su cohete en junio, por un periodo de ocho días, no regresarán hasta 2025 y lo harán en una nave de SpaceX, la rival de Elon Musk. Su prototipo, el Starliner, no ha demostrado ser confiable. Las relaciones laborales están afectadas por este clima tenso, y ya hay una amenaza de huelga en septiembre.

Esta es tan solo una descripción general de la situación a la que se enfrentaba el nuevo CEO este 8 de agosto al ocupar su cargo.

«La designación de Ortberg es la mejor noticia que Boeing ha tenido en las últimas dos décadas», declaró Richard Aboulafia, socio gerente de la consultora AeroDynamic. «Iniciarías suponiendo que el consejo directivo hace lo correcto tras agotar todas las otras opciones. Él es justamente el ejecutivo que Boeing necesita», agregó en una entrevista en CNN.

Incluso un crítico severo como el letrado Robert Clifford, que actúa en defensa de familias afectadas por los desastres del 737 Max, expresó su optimismo. «A pesar de ser un insider de la industria, proviene de fuera de Boeing y tiene un buen nombre», destacó en una nota de prensa. Ese es un halago importante. Ortberg expresó su gratitud por tener la oportunidad de regresar al trabajo en «una compañía emblemática», que cuenta con más de 170.000 empleados. La interrogante que resta es si logrará restaurar a Boeing al estatus simbólico que alguna vez tuvo.

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