A las nueve de la mañana, el calor ya es sofocante en la recién inaugurada estación de tren de Mérida en México. Solamente los cuatro turistas con destino a la tropical Cancún se encuentran sudando. Los demás, en su mayoría locales, desembarcarán en paradas cercanas a la Ciudad Blanca como Tixkokob, Izamal o Valladolid.
Este panorama se ha repetido en días recientes en las principales estaciones de los 1.500 kilómetros que comprenden el Tren Maya, el ambicioso proyecto ferroviario del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que está experimentando su primer verano de actividad turística, a pesar de tener aún tramos que finalizar.
Este monumentall proyecto de transporte y comunicaciones es una estrategia del gobierno federal mexicano para aumentar los ingresos turísticos en la península de Yucatán, hogar de los más significativos restos mayas de México.
Sin embargo, por ahora los resultados son desalentadores. De acuerdo con los informes oficiales, sólo 1.200 pasajeros diarios han viajado en los 17 trenes en servicio desde que iniciaron operaciones, a mediados de diciembre del año pasado. Solamente un quinto de estos pasajeros han elegido viajar largas distancias, que es una de las principales propuestas del proyecto. En total, 250.000 personas han viajado en el Tren Maya, de las cuales apenas algo más de 6.200 han sido turistas internacionales.
Entre las empresas españolas que han colaborado en este proyecto se encuentran FCC, Renfe, Acciona, Azni e Indra.
A pesar de las previsiones optimistas, los números actuales están muy lejos de las metas establecidas. Se deseaba que, operando a plena capacidad, la red pudiera funcionar con 75 trenes y movilizar al menos 22.000 pasajeros diariamente. Sin embargo, los resultados hasta ahora obtenidos han arrojado dudas sobre la viabilidad de este ambicioso proyecto, que ha producido un gran impacto ambiental, especialmente en la selva protegida de Calakmul. El costo total de este proyecto ha superado los 27,5 millones de euros, inflado por el añadido de varias estructuras de ingeniería, como puentes y pasos elevados, para sortear las cuevas y cenotes presentes en la ruta entre Cancún y Tulum, dos centros turísticos de gran relevancia.
El Tren Maya está compuesto por siete segmentos y se extiende por 1.500 kilómetros de territorio. Antes de dejar su cargo a Claudia Sheinbaum, el 1 de octubre, el presidente López Obrador ha prometido completar los tramos restantes del Tren Maya (los que enlazan a Bacalar, en Quintana Roo, con Escárcega, en Campeche, así como el tramo entre Cancún y Tulum). Como resultado, una gran parte de la península de Yucatán está en pleno proceso de construcción, con equipos de trabajo diseminados por toda la región, esforzándose para terminar a tiempo. Los conductores de los trenes también están preparados. La empresa española Renfe condujo un programa de formación para 50 maquinistas y 30 controladores de tráfico, que se llevó a cabo el año pasado entre Málaga y la Ciudad de México.
El Tren Maya ha resultado ser una gran oportunidad económica que ha generado alrededor de 400 contratos y ha capturado la atención de varias empresas a nivel mundial, incluyendo varias españolas. Entre estas empresas se encuentran Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que ganó el contrato para la construcción del segundo segmento del tren, y Azvi, que se adjudicó el mismo segmento en asociación con Construcciones Urales y Gami Ingeniería. Además, empresas españolas como Indra, Typsa y Acciona, también han participado en este enorme proyecto a través de sus subsidiarias.
La inversión en el proyecto hasta la fecha supera los 27,5 millones de euros y se inició en 2020. Otra empresa española que ha mostrado recientemente interés en este proyecto es Renfe, que acaba de obtener la aprobación de su junta directiva para fundar una nueva subsidiaria en México, la cual será propiedad absoluta de Renfe Proyectos Internacionales. Esto les permitirá competir en futuras licitaciones para nuevos proyectos y rutas que el gobierno mexicano saque a concurso. Actualmente, Renfe tiene 39 empleados en México y en 2021 abrió una oficina permanente después de ganar el contrato de consultoría para proporcionar servicios para el Tren Maya en asociación con Ineco y la firma alemana DB Engineering & Consulting.
