La economía española muestra una especialización destacada en el sector agroalimentario en comparación con sus homólogos europeos. Este sector, que engloba el área primaria, la industria de transformación y la comercialización de alimentos y bebidas, contribuye significativamente a la economía española.
Según los datos de 2023, aporta un 8,94% al Producto Interno Bruto (PIB) y genera el 11,3% del empleo total, con cerca de 2,4 millones de empleados. Estas cifras superan el 6,4% del PIB y el 10,4% de empleo que el sector proporciona en el bloque de la Unión Europea-27.
Este sector destaca por su aspecto internacional, con exportaciones valoradas en 72.258 millones en 2023, lo que representa el 18,5% del comercio exterior español. Por ello, España se posiciona en el cuarto lugar de economías exportadoras en este sector a nivel de los veintisiete países de la UE, con una cuota del 9,9%. Adicionalmente, presenta un superávit de 15.403 millones de euros, siendo el tercero más alto en Europa.
El informe de Cajamar sobre el sector revela una excepcional competitividad marcada, principalmente, por su alta productividad. El valor añadido generado por cada trabajador es un 22,4% mayor al promedio europeo. Esta alta productividad da lugar a una aumentada competitividad debido a que el costo laboral por unidad de producto es un 15% menor.
No obstante, es importante resaltar que este margen de ventaja se ha reducido, posiblemente debido a una disminución en la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), observada en el año 2022 (último dato disponible). Se debe tener en cuenta, además, que el sector enfrenta un reto de renovación generacional, ya que el 35% de los trabajadores tiene 50 años o más.
La disparidad con el esfuerzo de inversión más alto de la UE-27 ha crecido. Aún es temprano para valorar el efecto de los fondos de recuperación europeos. Una fracción significativa se concreta en Pertes, siendo uno, el sector agroindustrial, que ha tenido una inversión pública original de 1003 millones hasta 2023, incrementada posteriormente con 800 millones adicionales para la transición de la industria, optimización de la gestión del agua y modernización de riego. Del gasto inicial, el 60% se invierte en I+D+i y digitalización. Esto es una cantidad considerable considerando que el último dato financiero conocido del sector es de 354 millones (2022). Por consiguiente, es de esperarse que gradualmente se reduzca la dispareja en empeño innovador a medida que se aplican los fondos europeos.
Otro desafío crucial es el cambio generacional: más de un tercio (35,1%) de trabajadores en el sector tiene 50 años o más. Este desafío también es de gran envergadura en relación a las personas que supervisan las explotaciones agrícolas, ya que el 88,3% de las mujeres y el 85,2% de los hombres tienen 45 años o más.
Finalmente, se encuentra el desafío de potenciar la formación, pues el capital humano es otro factor decisivo de la productividad. En relación a aquellos que supervisan las explotaciones agrícolas, la mayoría solo poseen experiencia laboral, sin formación de ningún tipo, ni siquiera básica o completa, menos aún superior. A estos se suman otros muchos desafíos, como la digitalización de la cadena de valor al completo, la producción de alimentos saludables, sabrosos y sostenibles, garantizar la seguridad alimentaria y moverse hacia modelos de alimentación circular.