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Los inversionistas están dejando de lado a las empresas de tecnología debido a sus incertidumbres respecto a sus balances financieros

La industria tecnológica está experimentando ajustes. Aquellas multinacionales responsables por impulsar Wall Street a su apogeo son actualmente las mismas que lo están restando. Dudas emergen frente a la inversión en inteligencia artificial y temores de una demanda decreciente o dependencia de China contribuyen a desatar ventas y explorar nuevas opciones.

El índice Nasdaq, conocido por albergar a las empresas tecnológicas, ha tenido una semana especialmente dura.

En los últimos meses, el foco ha estado puesto en las llamadas «siete magníficas»: Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla. «Ellas representan casi el 75% de la rentabilidad del índice S&P500 (las 500 compañías con las mayores cotizaciones en EE.UU.) a pesar de que solo pesen el 23%», explica Xavier Brun, a cargo de la renta variable en Trea AM.

Factores como la inteligencia artificial (IA) y el almacenamiento en la nube cautivaron al mercado, llevándolo a concentrar cada vez más la inversión en estas empresas e inflando el S&P500 en nueve billones de dólares en un año, según estimaciones de Bloomberg.

Sin embargo, las advertencias sobre los resultados de Tesla y Alphabet aceleran un cambio de prioridades en el mercado. Este cambio ha sido impulsado por la gestión pasiva (ETF), que invierte en sectores en general, y por aquellos gestores que buscaban proteger su inversión comprando grandes cotizadas. Las valoraciones y expectativas eran elevadas, como se puede observar en el caso de Nvidia, que ha acumulado un aumento de casi el 200% en un año, o Tesla, que ha crecido un 80% desde sus mínimos en abril.

Sin embargo, los resultados iniciales no son prometedores: Tesla y Alphabet decepcionaron el miércoles, provocando un fuerte correctivo. Tesla, la empresa de Elon Musk, anunció que retrasará su robotaxi (taxi autónomo), recortará márgenes y no cumplirá con la mayoría de las previsiones de los analistas.

Google sufrió un revés en publicidad digital y excedió su presupuesto en centros de datos para la inteligencia artificial. «La perspectiva ha cambiado de la idea de que todo va bien a la necesidad de emitir advertencias. Es un recordatorio de que debemos analizar el precio que estamos dispuestos a pagar. Sus ganancias podrían aumentar, pero con volatilidad y ajustes debido a las altas valoraciones», analiza Víctor Peiro, director general de análisis de GVC Gaesco.
Durante la semana, el Nasdaq y el S&P500 experimentaron su peor día en casi dos años. El Nasdaq vio cómo un billón de dólares se evaporaba el miércoles, una jornada nefasta. Hay dudas sobre la situación actual: la manía de la inteligencia artificial y los chips comenzó con un ciclo en el que «parecía que todo se aceptaba», apunta Peiro, y todas las empresas vinculadas a esta tendencia estaban siendo adquiridas.
«En un brote de esta naturaleza, la inversión avanzará rápidamente al principio, pero luego deberá ser más selectiva.» Las primeras señales de alerta han sido la oportunidad para realizar ganancias mientras las valoraciones aún son altas. Gigantes como Amazon, Apple o Microsoft están invirtiendo enormemente en inteligencia artificial. «Veremos qué resultado produce», observa Brun.
El último impulso en el mercado de Tesla se basó en su utilización de la inteligencia artificial en los robotaxis, cuya presentación se ha retrasado al menos hasta octubre. Los inversores se preguntan si todas estas inversiones se traducirán en algo tangible o llegarán rápidamente. Tesla tuvo su peor sesión desde 2020 el miércoles, con una caída del 12%, y una caída del 10% en la semana. Alphabet sufrió una baja del 7,5% en el mismo período. Mirando más ampliamente, fue similar: Meta (-5%), Nvidia (-6%), Microsoft (-4%), Apple (-4%), Broadcom (-6%), AMD (-9%)…
El inicio de la obsesión por la inteligencia artificial o los chips resultó en compras donde «todo se justificaba»; ahora es hora de ser selectivos.

Un nuevo ciclo de ventas que empezó a mediados de mes se ha acelerado, y se necesita genera ingresos financieros. Este capital se está redirigiendo a empresas más pequeñas con múltiplos inferiores y una mayor posibilidad de aumentar su valor. Esto incluye al Russell 3000, que también engloba a las pequeñas y medianas empresas. Estas han mejorado el rendimiento de las grandes empresas en las últimas semanas. Al mismo tiempo, el dinero también se está dirigiendo a compañías más firmes. «Su rentabilidad no aumenta significativamente, pero hay una mayor previsibilidad de los beneficios», afirma Brun.

Esta estrategia es una respuesta a las cambiantes expectativas. Se está inclinando hacia sectores más convencionales o los que se han visto afectados por las altas tasas de interés. Estos representan un menor riesgo si la economía se desacelera, dice Peiro. Algunos de estos sectores incluyen energía, redes, infraestructura, alimentos… Pero, ¿por qué esta necesidad de reorganización? «El último indicador del PIB estadounidense fue positivo (2,8%), pero es un dato retrasado. Los adelantos en la confianza o los índices PMI sugieren un posible enfriamiento», explican en GVC Gaesco.

Además, la política y China también están influyendo. En Trea AM sostienen que el ascenso de Donald Trump abre la posibilidad de «una mayor inversión en los EE.UU y la imposición de restricciones comerciales, lo que podría resultar en una pérdida de control de la inflación», lo que obliga a reconsiderar la actual incertidumbre de las tasas de interés.

China es un factor de incertidumbre en las dinámicas del mercado de chips. Aunque las empresas de chips como ASML, TSMC y Nvidia están experimentando niveles récord de pedidos, muchos de estos son encargos procedentes de China, que intenta prevenir posibles limitaciones impuestas por Trump, según Brun. La pregunta que plantea es: «¿Qué sucederá si China es vetada o compra todos los chips que necesita? El temor del mercado es que una vez que sus almacenes estén llenos, deje de consumir».

Además, las oportunidades de crecimiento son limitadas. Dentro del universo de los chips se baraja una facturación de un trillón de dólares. Si se considera que Nvidia vende por valor de 200.000 millones anuales, en cinco años podría acaparar el mercado, pero la interrogante es: «¿Qué sucederá después?». Estas son incógnitas que influyen.

En la próxima semana, empresas como Microsoft, Meta, Apple y Amazon presentarán resultados. Peiro afirma: “Las mencionamos como si fueran una sola entidad, pero cada una es única». Los detalles específicos serán los que marquen la pauta, más allá de las cifras generales. La supervisión continuará.

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