Es un cliché mencionar que Italia, con sus numerosos gobiernos y complejas coaliciones en las últimas décadas, representa un ejemplo de un sistema administrativo excepcional que permite al país operar independientemente de la esfera política. Sin embargo, a pesar de que este punto de vista cuenta con muchos seguidores, no es más que un engaño.
La falta de buen gobierno está relacionada con la enorme deuda pública (la más alta del G-7), el lento crecimiento económico de las últimas décadas y la fuga de talento humano, algo que se puede constatar en varios departamentos universitarios catalanes.
La mención de Italia no es una coincidencia, ya que Cataluña ha experimentado en los últimos años una situación similar. Como en Italia, esto ha llevado a la acumulación de problemas significativos que ahora son evidentes. Estos incluyen, entre otros, desafíos en educación, política energética y cambio climático, manejo de la sequía, integración de inmigrantes, salud, vivienda y pobreza. Uno de estos problemas que me gustaría destacar es la adecuada alimentación de los niños que viven en hogares pobres (un 30% de todos los residentes en Cataluña). Esta problemática se agrava para algunos de ellos cuando se cierran las escuelas y los comedores escolares durante las vacaciones.
Cataluña ha acumulado una serie de dilemas significativos en los últimos años. Aunque este problema crítico no ha estado en los titulares recientemente, esto no significa que haya desaparecido. Al contrario, probablemente ha aumentado en los últimos años, durante los cuales los costos de alimentación han subido drásticamente. La experiencia de los bancos de alimentos, que tienen cada vez más dificultades para satisfacer una demanda interminable, respalda esto.
No es una cuestión que nos pertenece exclusivamente. Días atrás, Gordon Brown, ex primer ministro británico y Sadiq Khan, alcalde de Londres, establecieron un multibanco en la capital con el propósito de aliviar la pobreza infantil, proporcionando desde alimentos hasta productos para bebés y otros necesarios para cuidar a los niños. Este proyecto es significativo por varios motivos, principalmente porque evidencia la preocupación por el riesgo de que algunos estudiantes sufran hambre durante las vacaciones: recientemente, dos tercios de los profesores británicos manifestaron que al menos un estudiante de su clase podría encontrarse en esa dramática situación este verano. Pese a que el nuevo gobierno laborista está elaborando un plan para combatir la pobreza, su arraigo ha provocado que bancos de alimentos, o iniciativas similares a la mencionada, se conviertan en elementos infraestructurales en la sociedad británica.
Aquí no tenemos una visión clara del problema, una ignorancia que es otro desenlace más de la política que hemos experimentado en la última década. Y aunque es probable que se hayan tomado medidas para reducirlo, la falta de información no nos permite conocer dónde nos encontramos, cuál es la magnitud del problema y qué medidas debemos implementar para solucionarlo. No, Italia no es el referente. Los gobiernos, los buenos gobiernos, son esenciales.
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