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Operaciones financieras no reguladas

La crisis financiera mundial de 2008 tuvo como uno de sus puntos de origen los peligros financieros que yacían más allá del alcance de las normativas y supervisión regulares. Esta práctica, conocida como «banca sombría», es llevada a cabo por intermediarios no bancarios tales como fondos de cobertura, aseguradoras y otros proveedores de crédito y capital privado, como el capital privado (private equity), quienes se encuentran bajo menores requerimientos normativos que los de la banca convencional.

Esto resulta en inconvenientes relacionados con la transparencia y supervisión adecuadas. Según el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), los activos de la banca sombría a finales de 2022 alcanzaban un valor cercano a los 63 billones de dólares, constituyendo aproximadamente el 14% de los activos financieros a nivel mundial.

El principal desafío radica en las conexiones establecidas entre la banca sombría y las entidades financieras tradicionales. Aunque los balances bancarios podrían exhibir una exposición limitada a dichas entidades, las interconexiones suelen ser significativas y menos aparentes, realizándose a través de derivados y otros instrumentos financieros avanzados. Estas interrelaciones tienen el potencial de amplificar los riesgos y difundir las tensiones a lo largo del sistema financiero.

Según el Banco Central Europeo (BCE), el crecimiento de los fondos privados y las entidades no reguladas ponen en peligro al sistema financiero

El papel en aumento de las entidades financieras no reguladas y la creación de productos financieros complicados sin una supervisión adecuada, continúa constituyendo un motivo de preocupación para los reguladores. Elizabeth McCaul, miembro del consejo de supervisión del BCE, ha hecho énfasis en el aumento «significativo» de los fondos privados y otros medios de financiación fuera del sistema bancario regulado en la zona euro. De acuerdo con McCaul, este crecimiento representa una de las amenazas más sobresalientes para la estabilidad financiera europea, destacándose las conexas poco claras entre la banca sombría y las entidades convencionales, las cuales podrían conllevar riesgos sistémicos.

A nivel mundial, la Reserva Federal de los Estados Unidos ha sugerido nuevas reglas para un reporte más detallado respecto a la relación de los bancos con las entidades financieras no reguladas o ‘banca en la sombra’. La propuesta busca aumentar la habilidad para evaluar, monitorear y determinar los riesgos asociados con estas relaciones fuera del régimen regulado. Para lograr esto, la información supervisada de los estados de cuenta bancarios es útil. Más datos cuantitativos y cualitativos de las transacciones y los activos que materializan los vínculos entre las entidades reguladas y la banca en la sombra podrían ayudar al supervisor a comprender mejor este conjunto de activos y riesgos más difíciles de ver.

En lo que se refiere a España, la situación parece ser menos inquietante a primera vista. Los bancos españoles mantienen menos conexiones directas con las entidades financieras no reguladas, lo que generalmente restringe la transmisión de estos riesgos ocultos. Sin embargo, no están completamente a salvo de ellos. Además, siendo miembro de la zona euro, cualquier problema en otros países asociados podría afectar al sector financiero español.

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