En este mundo actual feminista y 'aliado' estamos obligados a repensar lo que somos, lo que comemos y lo que decimos... O no.
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Columna Semanal: El feminismo, el aliado y el “incel”, por Fernando Rodríguez. Tras el escándalo del beso de Rubiales a Jenni Hermoso la sociedad española está obligada a dar la voz a las mujeres, pase lo que pase, y digan lo que digan.
Es un todo o nada por la mujer. Desde la mujer y para la mujer, cargándose al hombre de paso.
Columna Semanal de Fernando Rodríguez
Como ya sabrán, ha surgido una nueva figura entorno al feminismo: el aliado.
Este es mejor conocido como hombre feminista. El activista, el concienciado, el afectado. Este chico, hombre o anciano es ya parte de un movimiento que iba a masculinizar a la mujer, pero que ha terminado feminizando a los hombres. Todo ahora tiene un lado dominante de carácter femenino. Ahora no hay que seducir a la mujer, hay que ganársela. Esto la convierte en una figura consumidora, gran amada por el capitalismo. Otrora, el origen de todos los males, ahora sustituido por el hombre. Primero fue Satán, luego el capitalismo, y ahora el hombre. “Quizá siempre fue Satán”, decía Bolaño…
El aliado
El machismo propio del Rock de la década de los 80 de Loquillo o Sabina, por un lado. El machirulismo indie de los 90 de Los Planetas y Los Piratas se tornan ahora machistas de facto. Un sonido por otro. Un ruido por otro. Ahora la melodía abraza la nueva causa. El cambio de chaqueta es evidente, y hasta ridículo. Propio de los ecos de una Falsa Transición. Los folladores han muerto y para que el movimiento resultara coherente había que echar a Rubiales, y cobrándose la cabeza de un periodista que para colmo era periodista cultural y además muy feminista… ¿O no sabéis lo de Peio?
Normal, no quieren que lo sepas. Da igual, busca en Google: «Peio H. Riaño».
De nada.
El incel
El feminismo masculino aceptable y de más éxito es el que apoya la causa, pero sin teorizar. Sin liderarla. El aliado más listo es el que dice: teoriza tú, mujer, que ahora te toca. Su apoyo, su único apoyo, es el de ser su compañero, pero solo compañero. Su rol: sujetarle el bolso político-conceptual a la fémina, con un tono dulce y acaramelado. En esto hay auténticos maestros. Hacen lo que Julio Iglesias hizo con la música: susurrar. Pongan la Ser, lean un diario, oigan TVE, ¿no escuchan los susurros? Los que tengan chispa deben comprar ya el tono suave clitorial de intelectual; los que se sentaban atrás en el cole, deberían optar por repetir papagayamente los clichés feministas, con su cómica indignación anexa, pero en segundo plano, un resultón segundo plano, tipo duque de Edimburgo, no vaya a ser que caiga en el adjetivo “Incel”.
Evolución y decadencia del hombre
El incel es el célibe involuntario, el hombre abandonado, marginado del mercado sexual. Ahora deben “según la doctrina dogmática feminista Hacendado”, llamar a los incels los ‘defensores’ de Rubiales. “No han hablado con una mujer que no sea su madre”, dicen, y se pasan la defensa de la salud mental por el forro de los ovarios. Quizá es lo que nos merecemos. El gaming como ocio frente al alcoholismo social de los 80 y 90 reduce la posibilidad de sexo casual. ¿Qué hacemos ahora? Mejor descargarse las mejores apps de Internet, y que una IA nos diga como ser mejores hombres.