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El dilema de ser bueno: entre la bondad y la autoafirmación

Explorando el equilibrio entre ayudar a los demás y cuidar de uno mismo.

Immagine che rappresenta il conflitto tra bontà e autoafirmazione
Esplora il conflitto tra la bontà e la necessità di affermarsi.

La complejidad de ser bueno

Desde la infancia, muchos de nosotros hemos sido educados con la premisa de que ser bueno es un valor fundamental. Sin embargo, esta noción puede volverse problemática cuando se confunde con la necesidad de complacer a los demás a expensas de nuestro propio bienestar.

La idea de ser «demasiado bueno» puede llevar a la autoanulación, donde las personas se olvidan de sus propias necesidades y deseos en un intento de ser aceptadas y queridas.

La mala bondad y sus consecuencias

La mala bondad se manifiesta cuando alguien sacrifica su identidad y bienestar por el bien de otros.

Un ejemplo claro es el caso de personas que, al intentar ser amables y serviciales, terminan sintiéndose vacías y perdidas. Este fenómeno se observa en muchas relaciones, donde uno de los miembros se siente obligado a cumplir con las expectativas del otro, olvidando sus propias necesidades. La señora Pilar, por ejemplo, dedicó su vida a cuidar de su familia, pero al final se encontró sola y sin saber quién era realmente.

La importancia de establecer límites

Para evitar caer en la trampa de la mala bondad, es crucial aprender a establecer límites saludables. Ser bueno no significa decir sí a todo o permitir que otros abusen de nuestra generosidad. En cambio, implica tener amor propio y la valentía de decir no cuando es necesario. Marta, una mujer de 78 años, decidió no recibir a sus hijos en Navidad, priorizando su bienestar emocional. Este acto de autoafirmación no solo la liberó de la presión, sino que también le permitió reencontrarse con su identidad.

El camino hacia la verdadera bondad

La verdadera bondad se basa en el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. No se trata de buscar la aprobación externa, sino de actuar desde un lugar de autenticidad. Hacer el bien no debe ser un sacrificio personal, sino una elección consciente que proviene de un lugar de amor y respeto. Al final, ser bueno es un acto de equilibrio: cuidar de uno mismo mientras se está presente para los demás.

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