La movilización ciudadana contra el Gobierno de Erdogan y sus consecuencias económicas

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El contexto del boicot en Turquía
En marzo de 2023, el líder de los socialdemócratas turcos, Özgür Özel, lanzó un contundente mensaje durante una rueda de prensa, instando a la población a utilizar su poder como consumidores para protestar contra los medios de comunicación progubernamentales que ignoran las demandas de la sociedad.
Este llamado a la acción se produjo en medio de un creciente descontento social tras la detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, un evento que ha desencadenado una ola de protestas en el país. La respuesta de la ciudadanía ha sido clara: un boicot a aquellos que no reflejan la realidad de las calles y que, en cambio, se benefician económicamente de la situación.
La reacción de los medios y la economía
El boicot ha tenido un efecto inmediato en la audiencia de los medios de comunicación. Los canales opositores han visto un aumento en su cuota de pantalla, mientras que los medios progubernamentales han experimentado una disminución en su popularidad. Este cambio en la dinámica mediática es significativo, ya que refleja un cambio en la percepción pública y una creciente desconfianza hacia los medios controlados por el Gobierno. Además, el boicot se ha extendido a empresas vinculadas al Gobierno, como la cadena de café Espressolab, que ha visto caer su clientela en los barrios donde predominan los votantes de la oposición.
Las consecuencias políticas del boicot
El impacto del boicot no se limita a la esfera económica; también tiene profundas implicaciones políticas. La iniciativa ha llevado al Gobierno de Erdogan a tomar medidas drásticas, incluyendo la censura de sitios web que promueven el boicot y sanciones a los canales de televisión que informan sobre la huelga de consumo. Esta respuesta refleja el temor del Gobierno a perder el control sobre la narrativa pública y a enfrentar una resistencia organizada. La periodista exiliada Ezgi Basaran señala que el boicot transforma el consumo en un acto político, otorgando a los ciudadanos un poder que desafía la autoridad del Estado, especialmente en un contexto autoritario.
La evolución de la relación entre el Gobierno y el capital
Históricamente, Erdogan se presentó como el defensor de los oprimidos, pero tras más de dos décadas en el poder, su relación con el gran capital ha cambiado. La académica Asli Odman argumenta que Erdogan ha desarrollado una “relación orgánica” con las grandes empresas, lo que ha llevado a una desconexión con las bases que una vez lo apoyaron. Este cambio ha generado un descontento creciente entre los pequeños comerciantes y los trabajadores, quienes ven cómo sus intereses son sacrificados en favor de los grandes conglomerados. La movilización ciudadana a través del boicot puede ser vista como un intento de recuperar ese poder perdido y de desafiar la narrativa oficial que ha dominado el discurso público en Turquía.