Descubre cómo la actriz Ana Jara encuentra en cada destino una oportunidad para crecer y reinventarse.
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La conexión entre la actuación y los viajes
Ana Jara, reconocida por su papel en la serie Soy Luna, ha demostrado que su talento va más allá de la actuación. La actriz y bailarina, nacida en Valencia en 1995, ha encontrado en los viajes una fuente inagotable de inspiración y crecimiento personal.
Cada destino que visita no solo le ofrece nuevas experiencias, sino que también la ayuda a conectar con su esencia como artista. Ana ha recorrido el mundo, desde las vibrantes calles de Buenos Aires hasta los paisajes serenos de Galicia, y en cada lugar ha dejado una parte de sí misma.
La libertad de moverse
Para Ana, el medio de transporte ideal es el coche, ya que le proporciona la independencia y la flexibilidad que necesita para explorar a su ritmo. Sin embargo, su trabajo la obliga a utilizar trenes y aviones con frecuencia. A pesar de la fatiga que puede generar el constante desplazamiento, Ana encuentra belleza en cada trayecto. “Viajar por trabajo siempre ha sido la mayor de las suertes”, afirma, destacando cómo cada viaje le permite descubrir nuevos lugares y culturas. La actriz también comparte su preferencia por caminar, ya que le permite observar y conectar con el entorno de una manera más profunda.
Reflexiones sobre la vida y los viajes
En una reciente entrevista, Ana reflexionó sobre cómo los viajes han influido en su vida y su carrera. “Cada viaje me transforma”, dice, enfatizando la importancia de desconectar de la rutina y conectar con lo nuevo. A lo largo de su trayectoria, ha aprendido a valorar no solo los destinos, sino también las historias y las personas que encuentra en el camino. Desde anécdotas divertidas hasta momentos de introspección, cada experiencia se convierte en un capítulo de su vida que la ayuda a crecer como persona y como artista.
Un rincón especial en el mundo
Cuando se le pregunta por su lugar favorito, Ana menciona su pueblo, La Cierva, en Cuenca. Este pequeño rincón le ha brindado recuerdos entrañables y un sentido de libertad que atesora. “Es un lugar al que le tengo mucho cariño”, confiesa, recordando cómo de niña podía jugar en la calle sin preocupaciones. Este sentido de conexión con sus raíces es algo que Ana lleva consigo en cada viaje, recordando que, sin importar dónde esté, siempre hay un pedazo de su hogar en su corazón.