Un recorrido por la historia del retablo más deseado y maltratado del arte
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El retablo del Cordero Místico: una obra maestra del arte flamenco
El retablo del Cordero Místico, también conocido como el Altar de Gante, es una de las obras más emblemáticas del pintor flamenco Jan van Eyck, creada en la primera mitad del siglo XV.
Este retablo no solo destaca por su impresionante técnica pictórica, sino también por su historia llena de intrigas, robos y iconoclastia. A lo largo de los siglos, ha sido objeto de deseo y controversia, convirtiéndose en un símbolo del patrimonio artístico europeo.
Iconoclastia y saqueos: la historia del retablo
Desde su creación, el retablo ha sido víctima de diversas oleadas de iconoclastia y saqueos. Durante la Reforma protestante, el calvinismo se propagó en Gante, poniendo en peligro la existencia de la obra. A pesar de los intentos de destrucción, el altar logró sobrevivir, aunque no sin sufrir daños significativos. En el siglo XVIII, bajo el dominio de los Habsburgo, el emperador José II mostró su desagrado por las representaciones de Adán y Eva, lo que llevó a la ocultación de algunos paneles.
El robo y la búsqueda del panel perdido
Uno de los episodios más oscuros en la historia del retablo ocurrió en 1934, cuando uno de sus paneles, el de los Jueces Justos, fue robado. A pesar de las investigaciones, el paradero del panel sigue siendo un misterio. Durante la Segunda Guerra Mundial, el retablo fue nuevamente amenazado, ya que los nazis lo codiciaban como un tesoro artístico. Sin embargo, al final de la guerra, los aliados lograron recuperar la mayor parte de la obra, aunque el panel robado nunca fue hallado.
El legado del Cordero Místico en la actualidad
A pesar de su tumultuosa historia, el retablo del Cordero Místico ha regresado a su hogar en la catedral de San Bavón en Gante, donde sigue siendo un objeto de admiración y estudio. Su complejidad y simbolismo continúan fascinando a historiadores del arte y al público en general. La obra no solo representa un hito en la historia del arte, sino que también es un recordatorio de la fragilidad del patrimonio cultural ante la avaricia y la destrucción.