Descubre el ritmo frenético y las exigencias de trabajar en un restaurante galardonado.
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Un día en la cocina de un restaurante Michelin
Trabajar en un restaurante con estrellas Michelin es una experiencia única, pero también extremadamente exigente. Según el chef Pablo Colmenares, quien trabajó en DiverXO, el primer restaurante de Dabiz Muñoz en España, la rutina diaria es un torbellino de actividad.
Colmenares describe su jornada como un constante correr, donde no hay tiempo para pensar ni para descansar. Desde el momento en que entra al restaurante, el enfoque es total y la presión es palpable.
El ritmo frenético de la cocina
El ritmo de trabajo en DiverXO, que cuenta con tres estrellas Michelin, es tan acelerado que los chefs apenas tienen tiempo para respirar. Colmenares menciona que el cerebro se apaga debido a la intensidad del trabajo. «Nos enfocábamos en una cosa y no levantábamos la cabeza hasta que comenzaba el servicio», explica. Este enfoque extremo es necesario para garantizar que cada plato que sale de la cocina cumpla con los estándares de calidad que se esperan en un establecimiento de este nivel.
Desafíos y sacrificios en la alta cocina
Uno de los mayores desafíos que enfrentan los chefs en este tipo de restaurantes es la falta de tiempo para descansar o incluso para comer. Colmenares revela que las pausas son casi inexistentes: «Comíamos justo antes del servicio, en un bol, rápido y andando por la cocina». Este estilo de vida puede ser agotador, pero es parte del compromiso que los chefs deben asumir para mantener la excelencia en su trabajo. La presión aumenta aún más justo antes de comenzar el servicio, cuando todo debe estar «perfecto» para evitar cualquier fallo. La ansiedad de que «no se queme la salsa» o que «cada cosa esté como tiene que estar» es una constante en la vida de un chef de alta cocina.