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Las elecciones del 23 de febrero en Alemania se perfilan como un evento crucial en la política del país. El canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, y el líder democristiano, Friedrich Merz, se presentan como los principales contendientes.
Aunque sus propuestas son diametralmente opuestas, ambos coinciden en que la campaña debe centrarse en su duelo personal, dejando de lado a otros candidatos que también buscan un lugar en el Bundestag.
El Partido Socialdemócrata (SPD), liderado por Scholz, propone una serie de medidas que incluyen incentivos fiscales para la inversión, un aumento del salario mínimo y una revisión de las políticas fiscales que afectan a los más ricos.
Por otro lado, la Unión Democristiana/Unión Socialcristiana (CDU/CSU) de Merz se enfoca en un perfil conservador, abogando por una reducción de impuestos y una política más estricta en materia de inmigración. Esta divergencia en las propuestas refleja no solo diferencias ideológicas, sino también visiones contrastantes sobre el futuro económico y social de Alemania.
Según los últimos sondeos, la CDU/CSU lidera con un 30% de intención de voto, seguida por la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) y el SPD con un 17%. Esta fragmentación del electorado plantea un desafío para ambos candidatos, quienes podrían verse obligados a formar coaliciones tras las elecciones. La posibilidad de una gran coalición entre socialdemócratas y democristianos, aunque impensable en el contexto actual, no puede ser descartada, dado el historial de colaboración entre ambos partidos en el pasado.
La campaña electoral ha estado marcada por un tono más agresivo de lo habitual en la política alemana. Merz ha criticado a Scholz por su falta de influencia en el ámbito internacional, mientras que Scholz ha respondido con desdén a las afirmaciones de Merz. Este intercambio de ataques personales refleja una estrategia de campaña que busca no solo atraer a los votantes indecisos, sino también consolidar la base de apoyo de cada partido. A medida que se acercan las elecciones, la atención se centrará en cómo cada candidato maneja las críticas y presenta sus propuestas a un electorado cada vez más dividido.
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