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La despedida de Jesús Navas del Sánchez-Pizjuán será recordada por todos los aficionados sevillistas. En su último partido en casa, el capitán del Sevilla se arrodilló y besó el césped, un gesto que simboliza su amor por el club.
Este emotivo momento tuvo lugar durante el encuentro contra el Celta, correspondiente a la decimoséptima jornada de Liga, donde Navas comenzó como titular y celebró el gol de Manu Bueno, que selló la victoria para su equipo.
El ambiente en el estadio era electrizante. A medida que el partido avanzaba, la afición se preparaba para un momento que todos sabían que llegaría. Al llegar al minuto 70, el cartelón de la banda mostró su número por última vez, y el estadio se llenó de aplausos y vítores. Navas, visiblemente emocionado, se arrodilló sobre el césped y lo besó, un acto que reflejaba su profunda conexión con el club y su historia.
Con el pitido final, Navas se acercó nuevamente a la grada para agradecer el apoyo incondicional de los aficionados. La hinchada le respondió con una ovación atronadora, reconociendo su legado como uno de los grandes ídolos del Sevilla FC. Además, sus compañeros le rindieron homenaje al mantearlo sobre el césped, un gesto que simboliza la camaradería y el respeto que se había ganado a lo largo de los años.
Antes del inicio del partido, el club y la afición ya habían preparado un homenaje especial. Navas saltó al campo con sus hijos y posó junto a sus trofeos, mientras la grada desplegaba un tifo con el mensaje «orgullo de Nervión», un recordatorio del impacto que ha tenido en el club. Este emotivo adiós no solo marca el final de una era, sino que también deja una huella imborrable en la historia del Sevilla FC.
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