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Las exmonjas clarisas de Belorado, que en 2017 se encontraban en el monasterio de Derio, en Vizcaya, han compartido su experiencia sobre una serie de fenómenos extraños que vivieron durante su estancia. Según sus relatos, estos sucesos estaban relacionados con una presencia maligna en el convento, lo que llevó al Arzobispado de Bilbao a realizar una investigación.
Sin embargo, el informe final concluyó que no había certeza sobre la existencia de tales fenómenos.
El Arzobispado de Burgos, bajo la dirección de Mario Iceta, llevó a cabo investigaciones y procedimientos de acuerdo con el ritual de exorcismos.
A pesar de las inquietantes experiencias reportadas por las exmonjas, las fuentes del arzobispado afirmaron que no se encontró evidencia que corroborara las afirmaciones de las religiosas. Además, se recordó que fueron ellas quienes decidieron abandonar el monasterio, y no que fueran expulsadas.
Las exmonjas han descrito una serie de experiencias perturbadoras, que incluyen ruidos inexplicables, risas desoladoras y objetos que parecían moverse por sí solos. Estas situaciones generaron un ambiente de tensión y miedo, llevando a algunas de ellas a enfermar y a tener disputas internas. Paloma, una de las exmonjas, declaró: «Cuando te enfrentas al diablo, sabes con quién estás tratando», lo que refleja la gravedad de su percepción sobre los eventos ocurridos en el convento.
El próximo 19 de diciembre, las exmonjas tendrán su primera cita judicial en relación con la demanda de desahucio presentada por el arzobispo de Burgos. Este proceso legal ha puesto de manifiesto no solo las tensiones internas del convento, sino también la lucha de estas mujeres por encontrar su lugar en un mundo que ha cambiado drásticamente para ellas. La situación de las exmonjas clarisas de Belorado es un recordatorio de las complejidades que pueden surgir en instituciones religiosas y de cómo las experiencias personales pueden chocar con las narrativas oficiales.
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