La actriz comparte su experiencia con las críticas sobre su físico y la evolución de la percepción de la belleza.
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La experiencia de Rossy de Palma en el mundo del cine
Rossy de Palma, reconocida actriz española, ha sido una figura emblemática en el cine desde hace décadas. Su singular belleza y estilo han desafiado las normas tradicionales de la industria cinematográfica.
En su reciente aparición en el programa Estirando el chicle, la actriz aborda un tema que ha marcado su carrera: las críticas sobre su físico. A lo largo de su trayectoria, ha enfrentado comentarios que han puesto en tela de juicio su apariencia, especialmente en lo que respecta a su nariz, un rasgo que ha sido objeto de burlas y juicios.
Las críticas y su impacto personal
Durante la entrevista, Rossy reflexiona sobre cómo estas críticas la afectaron en su juventud. «No me siento abanderada de nada, pero me encanta que ahora caras un poco peculiares no tengan que pasar por lo que yo pasé», comenta, destacando un cambio en la percepción de la belleza en la sociedad actual. La actriz recuerda que, a pesar de las burlas, siempre se sintió hermosa y no entendía por qué otros la veían de manera diferente. «Yo me veo de joven y era monísima, no sé por qué me veían fea», expresa con sinceridad.
La evolución de la percepción de la belleza
Rossy también menciona que las críticas que recibía no eran un reflejo de su verdadera identidad, sino un problema de quienes las emitían. «Me culpaban a mí de algo que yo no había elegido», dice, subrayando la importancia de la autoaceptación. A lo largo de los años, ha observado un cambio en la industria, donde cada vez más se celebra la diversidad de formas y características físicas. «Me encanta que se haya abierto a todo tipo de morfologías, no hemos llegado hasta donde queremos, pero hemos evolucionado», concluye, mostrando su optimismo sobre el futuro de la representación en el cine.
Reflexiones sobre la vida y el colegio eterno
La actriz también comparte una reflexión sobre su experiencia en el colegio, donde las críticas comenzaron a surgir. «Cuando deje el colegio me ahorraré a todos estos necios, pero es que el colegio no lo dejamos jamás. Vivimos en un colegio eterno», asegura, sugiriendo que las dinámicas de juicio y crítica persisten a lo largo de la vida. Esta metáfora resuena con muchos, ya que la presión social y las expectativas sobre la apariencia son temas universales que afectan a personas de todas las edades.