La actriz, dos veces ganadora del premio Tony, dejó un legado imborrable en el teatro.
Helen Gallagher, una de las figuras más emblemáticas del teatro de Broadway, ha fallecido a la edad de 98 años el 24 de noviembre en Manhattan. La noticia fue confirmada por el diario The New York Times y su amiga Patti Specht, quien también es albacea de su testamento.
Aunque las causas de su muerte no han sido especificadas, su legado perdurará en la historia del teatro estadounidense.
La carrera de Gallagher comenzó a los 18 años, y durante más de siete décadas, deslumbró al público con su talento tanto en el baile como en la actuación.
Su debut en Broadway se produjo en 1944 con el musical Seven Lively Arts de Cole Porter, donde rápidamente se destacó por su carisma y habilidades escénicas. A lo largo de su trayectoria, trabajó con renombrados coreógrafos como Bob Fosse en Sweet Charity y Agnes de Mille en Brigadoon.
Gallagher fue reconocida en varias ocasiones por su excepcional trabajo en el teatro. En 1952, recibió su primer premio Tony y un premio Donaldson por su actuación en Pal Joey. Casi dos décadas después, en 1971, se alzó con su segundo Tony por su papel en el musical No, No, No, Nanette. Estos logros la consolidaron como una de las actrices más queridas y respetadas de su generación.
A pesar de que su carrera en cine y televisión fue más modesta, Gallagher dejó una huella significativa en la pantalla. Ganó tres premios Daytime Emmy por su interpretación de Maeve Ryan en la telenovela Ryan’s Hope, que se emitió de 19. También participó en series reconocidas como Law & Order, All My Children y One Life to Live, donde su talento brilló en cada aparición.
Su última actuación en Broadway tuvo lugar en 1981, cuando reemplazó a Ann Miller en el musical Sugar Babies. A lo largo de su vida, Helen Gallagher no solo fue una talentosa actriz, sino también una inspiración para muchas generaciones de artistas. Su legado perdurará en el corazón de quienes la admiraron y en la historia del teatro estadounidense.