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Las ballenas, majestuosos gigantes del océano, comparten su hábitat con un creciente número de embarcaciones. Este fenómeno ha incrementado el riesgo de colisiones, que se ha convertido en una de las principales causas de mortalidad entre estos cetáceos.
Según estudios recientes, miles de ballenas mueren cada año debido a estos impactos, una cifra que podría reducirse significativamente si se implementaran medidas adecuadas, como la disminución de la velocidad de los barcos y la protección de áreas críticas para su supervivencia.
Un estudio publicado en la revista Science ha revelado un mapa global que ilustra el riesgo de colisión entre ballenas y embarcaciones. Este análisis ha demostrado que más del 90% de las áreas habitadas por ballenas están sometidas a un tráfico marítimo constante, mientras que solo un 7% de las zonas de mayor riesgo cuenta con medidas preventivas. La investigadora Anna Nisi, de la Universidad de Washington, señala que la magnitud de la industria del transporte marítimo es un factor determinante en esta problemática.
Desde 1992, el tráfico marítimo se ha cuadruplicado y se espera que se triplique para 2050. Este aumento no solo afecta a las ballenas, sino que también tiene repercusiones en el ecosistema marino en su conjunto. Las rutas marítimas están cambiando debido al cambio climático, lo que podría abrir nuevas vías en regiones que actualmente están congeladas. La investigación sugiere que la implementación de restricciones en un 2,6% de la superficie oceánica podría ser suficiente para proteger los puntos críticos y reducir el riesgo de colisiones.
Además de las colisiones, el ruido generado por la actividad humana representa otro grave peligro para las ballenas. Este ruido altera su comunicación, desorienta a los cetáceos y puede forzarlos a cambiar de hábitat. Recientemente, un estudio ha revelado que las ballenas barbadas también son capaces de percibir ultrasonidos, lo que plantea nuevas preguntas sobre la regulación del ruido en los océanos. Los investigadores han comenzado a medir la capacidad auditiva de diferentes especies de ballenas, lo que podría llevar a una reevaluación de las normativas actuales.
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