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En las últimas horas, más de medio millón de filipinos han sido evacuados de sus hogares debido a la inminente llegada del tifón Man-Yi, conocido localmente como Pepito. Este fenómeno meteorológico ha sido catalogado como uno de los más potentes que ha azotado el país, con vientos sostenidos que alcanzan los 195 km/h y ráfagas que superan los 350 km/h.
Las autoridades han emitido alertas máximas en varias provincias, especialmente en Catanduanes y Camarines, donde se prevén lluvias torrenciales y vientos destructivos.
El gobierno filipino ha instado a los residentes de las áreas costeras y de baja altitud a trasladarse a zonas más seguras.
La Oficina de Defensa Civil ha advertido sobre el riesgo de inundaciones y corrimientos de tierra, ya que el terreno ya está saturado por las lluvias de tifones anteriores. Ariel Nepomuceno, jefe de esta oficina, ha enfatizado la urgencia de la evacuación, señalando que las condiciones climáticas podrían volverse extremadamente peligrosas.
La llegada del tifón también ha tenido un impacto significativo en la vida diaria de los filipinos. Se han cancelado docenas de vuelos y se espera que la capital, Manila, enfrente fuertes lluvias que podrían causar caos en el transporte y la infraestructura. Las autoridades están trabajando arduamente para garantizar la seguridad de los ciudadanos y minimizar los daños que el tifón podría causar.
Se estima que las inundaciones podrían alcanzar hasta tres metros de altura en algunas áreas, lo que representa una grave amenaza para la vida y la propiedad. Las autoridades están monitoreando la situación de cerca y han preparado refugios temporales para aquellos que han sido evacuados. La población está siendo informada sobre las medidas de seguridad y se les aconseja mantenerse alejados de las zonas de riesgo.
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