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El legado de la Exposición Internacional de 1929 en Barcelona

Explorando los relieves que celebran el progreso en comunicaciones en Barcelona.

Vista panoramica della Exposición Internacional de 1929 a Barcelona
Scopri l'eredità culturale della Exposición Internacional de 1929 a Barcellona.

Un homenaje al progreso tecnológico

En el corazón de Barcelona, en la calle Roger de Flor, se encuentran dos relieves que rinden homenaje a los avances en comunicaciones y tecnología que marcaron una época. Estos relieves, esculpidos en la fachada de un edificio diseñado por el arquitecto Antoni Puig i Giralt en los años 30, representan un barco, un dirigible, un coche, una grúa portuaria y un teleférico, elementos que simbolizan el progreso de la época.

La Exposición Internacional de 1929 fue un evento crucial que no solo mostró las innovaciones de la época, sino que también se convirtió en un símbolo de la modernidad para la ciudad.

La Exposición Internacional de 1929: un evento transformador

La Exposición Internacional de 1929 se celebró en un contexto de efervescencia tecnológica y cultural. Este evento atrajo a miles de visitantes y presentó las últimas innovaciones en electricidad y transporte. A pesar de su éxito en términos de asistencia, la exposición coincidió con la caída de la Bolsa de Nueva York, lo que llevó a una crisis económica mundial. Sin embargo, el impacto de la exposición en la ciudad fue duradero, dejando un legado arquitectónico y cultural que aún se puede apreciar hoy en día.

Relieves que cuentan historias

Los relieves en la calle Roger de Flor no son solo obras de arte; son narrativas visuales que capturan el espíritu de una época. Junto al relieve del dirigible, se encuentra otro que representa un ferrocarril y un avión, reflejando la evolución de los medios de transporte a principios del siglo XX. Estos elementos escultóricos, atribuidos al artista Joan Rebull, son un testimonio de la admiración de la sociedad barcelonesa por el progreso y la innovación. La presencia del dirigible Graf Zeppelin, que sobrevoló la ciudad durante la exposición, añade un toque de nostalgia y asombro a estos relieves, recordando a los barceloneses el entusiasmo que generó la tecnología en aquel entonces.

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