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Desde su llegada a España en septiembre del año pasado, Starlink ha transformado la forma en que muchas comunidades acceden a Internet. Este servicio, que utiliza una constelación de satélites en órbita terrestre, ofrece velocidades de conexión de hasta 130 megas por segundo, permitiendo a los usuarios disfrutar de una experiencia de navegación continua y de alta calidad.
La capacidad de Starlink para llegar a lugares remotos y de difícil acceso ha sido especialmente valorada en un país donde la geografía puede dificultar el acceso a servicios de banda ancha tradicionales.
A pesar de su éxito en España, el servicio de Starlink ha despertado el interés de otros países, como China, que ha comenzado a explorar su uso con fines militares. Recientemente, un estudio aprobado por el Estado chino reveló que académicos de la Universidad de Wuhan lograron rastrear la ubicación de un dron comercial utilizando las señales electromagnéticas de los satélites de Starlink. Este descubrimiento plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y la privacidad, ya que el uso de esta tecnología con fines de espionaje podría tener implicaciones significativas en el ámbito militar.
Los investigadores chinos realizaron pruebas utilizando un dron DJI Phantom 4, que fue enviado a la costa de Guangdong para detectar su ubicación mediante las señales de un satélite Starlink. Este experimento, supervisado por el Centro Estatal de Monitoreo de Radio del Gobierno chino, demostró que la tecnología de Starlink podría ofrecer ventajas en la detección de objetivos pequeños y ocultos, como aviones militares. Los académicos sugieren que, con el desarrollo de una antena más económica y un software especializado, podrían mejorar aún más su capacidad para rastrear aeronaves como el caza F-22 de Estados Unidos.
A pesar de los avances, los académicos reconocen que la efectividad de esta tecnología para el uso militar aún está en duda, especialmente en lo que respecta a aviones que absorben emisiones y que cambian rápidamente de ubicación. Este hecho resalta la complejidad de utilizar tecnologías civiles para fines militares, planteando cuestiones éticas sobre la privacidad y la seguridad. La comunidad internacional debe estar atenta a cómo se desarrollan estas tecnologías y su posible uso indebido.
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