Los habitantes de Soliva, un área en expansión de Málaga, se encuentran desesperados ante la situación que enfrentan desde hace 15 años. Desde que se mudaron, han tenido que mantener las ventanas cerradas para evitar la inhalación del humo tóxico que proviene de los residuos incendiados.
Este problema es causado por los chatarreros del cobre que operan en los alrededores, quienes queman electrodomésticos, cables y colchones sin seguir ninguna normativa de seguridad.
Recientemente, la situación ha empeorado, y los incendios ilegales comienzan a las 9:30 de la mañana, a diferencia de antes, cuando se realizaban durante la noche para no generar tanta visibilidad de la humareda.
Una de las vecinas ha expresado su frustración, señalando que el Ayuntamiento de Málaga no ha respondido a las múltiples quejas formales sobre este asunto. Los chatarreros utilizan un terreno cercano para incinerar los aparatos, lo que resulta en la liberación de gases nocivos que perjudican tanto la salud de los vecinos como el medio ambiente. Entre los materiales que se queman se encuentran colchones y plásticos, lo que hace imposible abrir las ventanas en sus hogares. Una residente lamenta profundamente esta situación, que convierte la vida diaria en un verdadero desafío.
El olor a quemado ha llegado a despertarme en las primeras horas de la mañana», comenta. «Esa fragancia se adhiere a las viviendas y colgar la ropa al aire libre se convierte en una ruleta, porque es muy probable que tengamos que lavarla de nuevo debido a las impurezas del humo». Los perjudicados expresan su descontento ante el comportamiento «descarado» de quienes inician estos fuegos y señalan que los miembros del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga se han convertido en un recurso más, ya que tras apagar las llamas tienen una mayor facilidad para extraer la chatarra. La representante destaca que han solicitado a las autoridades que, además de contar con bomberos y policías, un grupo de Servicios Operativos se presente en estas situaciones para eliminar esos materiales que los chatarreros intentan revender. Aunque son conscientes de que «la situación se torna más violenta». Esta estrategia es, «probablemente», la mejor manera de abordar este inconveniente a corto plazo. Los vecinos citan que esta estrategia ha demostrado ser eficaz en el pasado. «Antes se actuaba de esta manera, pero todo ha cambiado. Nos resulta incomprensible, ya que se logró controlar la situación», manifestan, sin entender la «tolerancia» ante este comportamiento ilegal. «Iniciar incendios de este tipo no solo es sumamente arriesgado, sino también un delito», por ello insisten en que es necesario actuar «de inmediato». «Si yo iniciara un fuego en otra parte de la ciudad, seguramente me detendrían. ¿Por qué no hacen lo mismo aquí?», se cuestionaba uno de ellos. Hasta el momento, sus trámites con el Ayuntamiento no han tenido mucho éxito. En agosto, enviaron un documento recordando las responsabilidades municipales establecidas en la ordenanza contra la contaminación por residuos sólidos.
Los residentes han señalado la posibilidad de solicitar ayuda al Ministerio Público de Medio Ambiente debido a las emisiones y desechos que se liberan a la atmósfera a causa de incendios provocados. Estas acciones ilegales, estipuladas en el artículo 325 del Código Penal, pueden acarrear penas de seis meses a dos años de prisión. A pesar de esto, afirman que sus preocupaciones no han sido tomadas en serio. «No somos autoridades ni políticos; simplemente somos vecinos que creemos que, ante una actividad ilegal como incendiar algo, es necesario actuar y poner en marcha un plan de prevención», manifestó uno de los afectados, mientras que otro vecino expresó su frustración por el constante llamado a los servicios de emergencia sin respuesta. Lo que más preocupa a la comunidad es que “la situación empeora”. “Los incendios son más frecuentes y en un solo día se registran múltiples quemas”, aumentando así el peligro en un área con vegetación densa. La representante de los afectados ha decidido solicitar una reunión con el concejal del distrito para buscar soluciones a este problema persistente. Los habitantes del Conjunto Residencial Soliva, ubicado en Málaga, han estado enfrentando desde hace 15 años una «situación insostenible». Desde que se mudaron, deben mantener las ventanas cerradas para evitar inhalar el humo proveniente de los electrodomésticos, cables y colchones que han sido incendiados por chatarreros del cobre que residen cerca. Este problema se ha «agravado» recientemente, y la falta de respuesta de las autoridades ha sido notoria.