Las preocupaciones de los especialistas sobre la situación hídrica de Doñana resuenan con fuerza: «No podemos confiarnos».
La laguna de Santa Olalla actúa como indicador de la salud del ecosistema en Doñana y, por tercer verano consecutivo, ha sufrido sequías severas, lo que ha resultado en la desaparición de lagunas permanentes en este emblemático humedal andaluz.
Sin embargo, este año sorprendentemente ha estado seca solo por un corto periodo. Joaquín Paéz, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, compartió el 15 de octubre una imagen de la laguna donde se podían observar flamencos y una lámina de agua que alcanzó los 40 centímetros de profundidad.
Esta es una noticia alentadora para un área protegida que aún depende de medidas extraordinarias, justo cuando se acerca el primer aniversario del pacto entre la Junta y el Gobierno para preservar este antiguo coto.
Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana, enfatiza que «no podemos permitirnos relajarnos». Revilla desempeña su labor en Sevilla, donde se encuentra la sede del humedal bajo el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Su voz es crucial para alertar a los políticos, especialmente tras la salida de Miguel Delibes de Castro del Consejo de Participación de Doñana, un puesto que sigue sin ser ocupado. A pesar de la firma del acuerdo entre Juanma Moreno y Teresa Ribera a finales del año pasado y un inicio esperanzador del ciclo hidrológico, Revilla señala que la situación del espacio protegido continúa siendo muy preocupante.
¿Implica esto que el acuerdo entre las dos entidades no está generando los resultados esperados? No parece ser así, aunque es fundamental que las medidas permanezcan activas y que se requiera una buena cantidad de paciencia, dado que los resultados se manifestarán a mediano plazo. Eloy Revilla se muestra optimista y tiene fe en que los compromisos asumidos por los políticos se cumplirán, aunque admite que son proyectos complicados, «el tipo de iniciativa que puede correr el riesgo de quedar olvidada». Además, se observa que algunos de los políticos involucrados en el pacto están dejando o pronto dejarán sus cargos.
Un ejemplo es Ramón Fernández Pacheco, exconsejero de Sostenibilidad del Gobierno andaluz, quien viajó a Bruselas para explicar a la Comisión la ley promovida por el PP que generó controversias en la UE debido a su impacto en Doñana. También fue responsable de fortalecer las relaciones con el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, antes de la firma del acuerdo entre Juanma Moreno y Teresa Ribera. Desde que, en julio, el presidente de la Junta reestructuró su gabinete, perdió las competencias relacionadas con el medio ambiente, aunque todavía gestiona las de agua.
Por su parte, Ribera seguirá un camino similar en breve, ya que la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica dejará su cargo en unas semanas para asumir, si todo va bien, la dirección de Competencia y Transición Verde en la nueva Comisión Europea. Pedro Sánchez deberá encontrar una sustituta para una figura clave en su Gobierno, quien desempeñó un rol crucial en el acuerdo y ha mantenido una buena relación con el Gobierno andaluz tras dos años de tensiones por el tema de Doñana. Para Eloy Revilla, estos cambios no tienen por qué implicar un menor compromiso de ambas administraciones con el humedal andaluz, pero es importante seguir atentos.
El director de la Estación Biológica de Doñana señala que la prioridad es recuperar el acuífero, un desafío que resulta ser sumamente complicado. Actualmente, el antiguo acuífero 27 se ha fraccionado en cinco masas de agua subterránea, de las cuales no todas se encuentran en un estado crítico, aunque todavía padecen las repercusiones de una explotación excesiva que afecta a diferentes frentes. Principalmente, se destaca la extracción de agua, tanto legal como ilegal, destinada a la agricultura, particularmente para los cultivos de frutos rojos, que son esenciales para la economía de Huelva.
El acuerdo alcanzado en Doñana se logró debido al compromiso de la Junta y del Gobierno de financiar la transición hacia cultivos más sostenibles en la región y la recuperación de terrenos en la zona norte del humedal. Algunos agricultores tendrán la oportunidad de acceder a subvenciones de hasta 100.000 euros durante diez años si deciden realizar estas transformaciones, incluso aquellos que hayan abusado de la captación de agua en el pasado. El Ministerio de Transición Ecológica está a la espera de activar las ayudas para estos agricultores, quienes han manifestado su interés a través de la Oficina Técnica de Doñana.
Otra parte de la estrategia para la recuperación del acuífero involucra asegurar el suministro de agua superficial a Matalascañas, un destino turístico que forma parte de Almonte y que cuenta con un recurso hídrico de tres hm³. El Gobierno está trabajando en un plan para desactivar los pozos en funcionamiento, aunque el avance definitivo dependerá de la finalización de la infraestructura necesaria para canalizar agua desde Mazagón, situado al oeste. Estos proyectos contribuirán a completar el trasvase de la cuenca del Tinto-Odiel-Piedras a la del Guadalquivir, que incluye a Doñana.
En relación a las aguas superficiales que alimentan lagunas como la de Santa Olalla, un proyecto significativo marcará un hito cuando se implemente. Este es el proceso de reconexión del río Guadiamar, que ha comenzado a mostrar signos de actividad tras las recientes lluvias en Gerena, Sevilla, a raíz de las fuertes precipitaciones en su origen, ubicado en el Castillo de las Guardas. Durante la dictadura de Franco, se interrumpió el flujo de este río hacia la marisma con el objetivo de expandir áreas agrícolas, y el plan para restaurar su cauce está próximo a recibir el visto bueno. Se estima que esta iniciativa requerirá una inversión de entre 50 y 70 millones de euros, como informan desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG).
Eloy Revilla sostiene que, una vez que se restablezca la conexión del Guadiamar, los efectos serán evidentes en un breve lapso, a menos que se experimente una sequía prolongada. Esto permitirá la recuperación de las especies que han disminuido debido a la falta de lagunas estables. Mientras tanto, el investigador del CSIC resalta la importancia de la educación ambiental, enfatizando que la supuesta antinomia entre economía y naturaleza es «un mito». «Ambas pueden coexistir; Doñana sufrió un proceso de desecación mientras se continuaba con la producción de fresas», recuerda el director de la Estación Biológica, añadiendo que los agricultores que cumplen con la normativa han estado colaborando con los investigadores para preservar el humedal.
«Es incómodo salir de la zona de confort, pero, en ocasiones, el cambio es necesario», señala el especialista, quien reconoce que aunque existe una creciente conciencia ambiental, esto no siempre se traduce en acciones individuales.
La laguna de Santa Olalla actúa como un indicador crítico del estado ecológico de Doñana y ha estado secándose durante tres veranos consecutivos, lo que indica la ausencia de lagunas permanentes en este emblemático humedal andaluz. Sin embargo, este año la sequía solo ha perdurado unas pocas semanas. Joaquín Paéz, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), compartió el 15 de octubre una imagen de la laguna, donde se podían observar flamencos y una capa de agua de hasta 40 centímetros de profundidad. Esta es una noticia alentadora para un área protegida que continúa necesitando apoyo externo, especialmente ahora que se aproxima el primer aniversario del acuerdo entre la Junta y el Gobierno para asegurar la conservación de este antiguo coto.