Categorías: Crónica
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20 octubre, 2024 5:52 am

La transformación industrial de Valencia que sorprendió a todos: de estructuras obsoletas a modernas edificaciones

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La transformación inesperada de Valencia: del legado industrial a espacios contemporáneos

La ciudad ha visto un auge en la reutilización de edificios industriales en desuso, convirtiendo lugares como Bombas Gens, La Harinera y La Fábrica de Hielo en puntos de encuentro vitales.

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Hasta hace solo diez años, muchas de estas construcciones eran consideradas como reliquias destinadas al olvido, vestigios de un pasado productivo donde las chimeneas solían marcar el paisaje y los grandes almacenes se alineaban junto al mar. La indiferencia y la falta de interés por conservar este patrimonio llevaron a la pérdida de varios de estos emblemáticos espacios.

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Por ejemplo, hace unos 15 años, Macosa, un importante centro industrial que llegó a emplear a 2.000 personas, fue demolido para dar paso a nuevos desarrollos urbanos y la llegada del AVE.

Sin embargo, la perspectiva ha cambiado, y ahora hay un renovado aprecio por la estética de estos antiguos espacios, impulsado por una tendencia global hacia la reconversión de áreas en centros culturales y gastronómicos. Hoy en día, numerosos antiguos edificios han recuperado su vida en Valencia, como es el caso de la Nave de Ribes y los Tinglados de La Marina.

Diana Sánchez Mustieles, experta en patrimonio industrial, recuerda el instante en que un empresario, José Luis Soler, se acercó a ella buscando apoyo después de leer en su blog sobre una antigua fábrica de bombas hidráulicas, que había sido arrasada por el fuego. Mustieles, algo escéptica, solicitó a su pareja que la acompañara a una reunión inicial con Soler. Ese encuentro propició la decisión de restaurar el edificio y transformarlo en la galería de arte Bombas Gens, aunque ahora su utilización ha evolucionado hacia un centro de artes digitales. Este proyecto marcó un claro cambio de era. Otros se percataron tarde de la importancia de preservar lugares como el entorno de Macosa, cervezas Turia, hierros Mateu o el parque de Artillería.

“Poco a poco, los vestigios de la industrialización están siendo valorados”, afirma Mustieles. “Aunque aún necesitamos avanzar mucho, cada vez se reconoce más el valor del patrimonio industrial, y gran parte de este progreso se debe a las movilizaciones comunitarias en diversas partes de España que buscan preservar edificios de relevancia histórica para sus barrios o localidades. Además, hoy en día vivimos en una era de redes sociales, donde la imagen tiene un gran impacto, y el patrimonio industrial resulta visualmente atractivo”.

A continuación se presentan algunos ejemplos de edificios con un pasado industrial que han sido rehabilitados para usos culturales o gastronómicos en Valencia:

Bombas Gens.
Este taller familiar de Carlos Gens se transformó en una fábrica de válvulas industriales a principios de los años treinta. Para su construcción, se contó con la colaboración de uno de los arquitectos más destacados de la época, Cayetano Borso di Carminati, en las afueras de la ciudad. Sin embargo, con la declinación industrial, el legado fue disminuyendo hasta que cerró en 1991, llevándolo a un estado de abandono, con incendios y escasez de proyectos para su revitalización.

La Fundación Per Amor a l’Art rehabilitó el inmueble poco después de que sufriera su último incendio en 2014. En un ambiente artístico donde muchos espacios similares se transformaban en grandes galerías (como ocurrió en Milán con la antigua fábrica de Pirelli, que dio origen al HangarBiccoca, un reconocido proyecto artístico), Bombas Gens surgió como un centro de arte más, además de incluir instalaciones sociales. Recientemente, este lugar ha cambiado su enfoque cultural, convirtiéndose en un centro dedicado a las artes digitales.

La Harinera
Siguiendo patrones similares de las primeras décadas del siglo XX, este edificio experimentó un auge gracias a la especialización en producción, seguido de un periodo de decadencia. La fábrica de harina de trigo de Juan Castellano SA, construida en ladrillo, se ubicaba cerca de la playa de la vía del ferrocarril, teniendo un impacto mediado sobre el sector marítimo. Los bombardeos durante la Guerra Civil causaron estragos, dejando casi intactas solo las fachadas. Tras años en deterioro, hace poco se reinauguró como parte del complejo Las Naves, un espacio que el Ayuntamiento de Valencia destina a la innovación. La administración ha hallado en estas antiguas fábricas un valioso recurso para reflejar sus políticas públicas.

Mercader
Otro ejemplo de los inicios del siglo XX, este edificio pasó de ser un espacio industrial a convertirse en un espacio de restauración. Situado junto a la estación del Cabanyal, la nave era anteriormente la sede de Tonelería Soler, donde se fabricaban toneles. Hace poco más de un año, el grupo Mercabanyal decidió revitalizarlo, transformándolo en un mercado gastronómico. En lugar de eliminar su historia, el diseño del proyecto celebra su herencia industrial. Se ha preservado gran parte de la mampostería y la carpintería, y algunos elementos de la antigua maquinaria adornan el recorrido del mercado, dándole un aire novedoso a lo industrial.

Tinglados de La Marina.

Originalmente, existían seis almacenes que, conectados con el tren en la estación del Grao del antiguo puerto de Valencia, eran utilizados para guardar mercancías que llegaban y partían por mar. Con un diseño modernista que los relaciona a otras construcciones como la Estación del Norte, su abandono como instalaciones funcionales afectó negativamente su valor histórico. De esos seis, tres ya han desaparecido. En cambio, el Tinglado 2, que forma parte del proyecto de revitalización de La Marina, ha sido durante los últimos años un centro de actividad social, transformándose en un espacio donde cada tarde se reúnen numerosos patinadores. En contraste, los Tinglados 4 y 5, que han sido restaurados en su estructura, permanecen sin un uso claro.

La Fábrica de Hielo representa uno de los primeros ejemplos de una Valencia en transformación, surgiendo hace más de diez años gracias a la iniciativa de un grupo de activistas culturales que reconocieron el potencial del Cabanyal y del área costera antes de que esta comenzara a rejuvenecer. Se establecieron en un antiguo edificio industrial, con aspecto de hangar, que producía el hielo esencial para la industria pesquera de la época, cuando la pesca auxiliar formaba parte vital de la economía local. Después de décadas de inactividad y rescatando la Fábrica de un posible colapso, su enfoque en la cultura y gastronomía ha logrado convertirla en un eje social influyente dentro del sector marítimo.

Nave Ribes.

Una de las últimas estructuras ferroviarias que perduran en la zona del Parque Central es la Nave 3, que fue creada gracias al trabajo del arquitecto Demetrio Ribes y su equipo. Este espacio recibió su nombre debido a su cercanía con tres unidades iguales y ha sido rehabilitado por el Ayuntamiento en los últimos años para fines culturales. A pesar de que las cuatro naves se asemejan en diseño, su funcionalidad es bastante diversa, a diferencia de los edificios de Matadero en Madrid, que son más homogeneizados en su uso.

Con respecto a futuros proyectos de renovación, como La Ceramo y Bodegas Vinival, la experta Diana Sánchez Mustieles sugiere que se realice un análisis minucioso de la historia de las construcciones antes de asignarles un nuevo propósito. Es crucial que se mantenga la esencia industrial de los edificios, evitando que se conviertan en simples cascarones vacíos. Además, propone estudiar cómo están distribuidos los espacios antes de decidir sobre futuros usos, enfatizando que no es viable introducir cualquier actividad en un edificio industrial sin un conocimiento previo de su estructura.

Por su parte, Jane Jacobs solía hablar de la importancia de fomentar “nuevas ideas en espacios antiguos”. En la última década, la recuperación de infraestructuras industriales pone de manifiesto la posibilidad de integrar nuevos usos en el patrimonio histórico. Para ello, es esencial fomentar una mayor flexibilidad en los procesos de rehabilitación y entender que estas transformaciones deben ir más allá de tendencias pasajeras, contribuyendo en última instancia a la mejora del entorno urbano.

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